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Estudiantes con móviles. A. Gómez
Miércoles con Lucía Feito, psicóloga

Cómo manejar el uso del móvil por niños y adolescentes: recomendaciones para padres

La psicóloga Lucía Feito advierte de que un uso excesivo o descontrolado de las pantallas puede afectar la salud emocional, social y física de los más pequeños de la casa y da una serie de indicaciones a los tutores para prevenir perjuicios

Lucía Feito

Oviedo

Miércoles, 23 de julio 2025, 06:45

Actualmente, las pantallas forman parte integral de la vida diaria de niños y adolescentes. Móviles, tablets, ordenadores y televisores son herramientas útiles para el aprendizaje, el entretenimiento y la comunicación. Sin embargo, un uso excesivo o descontrolado puede afectar la salud emocional, social y física de los más pequeños de la casa. Por ello, es fundamental que los padres establezcan límites claros y fomenten un uso saludable y equilibrado.

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¿Qué es recomendable para los niños pequeños?

Para los niños de 0 a 5 años, las recomendaciones de organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) son claras:

  • Evitar pantallas en bebés menores de 2 años. En esta etapa, el aprendizaje se basa en la interacción directa con personas y el entorno real. Las pantallas no aportan beneficios y pueden dificultar el desarrollo del lenguaje y las habilidades sociales.

  • Uso muy limitado y siempre supervisado entre los 2 y los 5 años. Se recomienda un máximo de una hora diaria de contenido de calidad, acompañado por un adulto que guíe y explique lo que se está viendo.

  • Fomentar el juego libre y la exploración. Actividades como construir con bloques, pintar con las manos o jugar al escondite no solo divierten, sino que desarrollan habilidades fundamentales.

Ejemplo práctico: Si necesitas preparar la cena y tu hijo pequeño pide ver dibujos, prueba a dejarle una caja de utensilios de cocina de juguete y dejarle «cocinar» contigo mientras le hablas y le das pequeñas tareas.

¿Y con los niños en edad escolar y adolescentes?

Con los niños y adolescentes, la clave está en el equilibrio y la responsabilidad. El objetivo no es prohibir, sino enseñar a usar las pantallas con conciencia y moderación.

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    Establecer normas claras y coherentes. Definir horarios, tiempos máximos y lugares sin pantallas. Por ejemplo: no usar el móvil en la mesa, apagar las pantallas una hora antes de dormir o limitar los videojuegos a después de los deberes.

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    Promover el uso educativo y creativo. Fomentar que las pantallas sirvan para aprender, investigar o crear. Si le apasionan los animales, puede ver documentales, investigar razas o hacer un collage digital con lo que ha descubierto.

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    Fomentar la comunicación y supervisión sin invadir. Interesarse por lo que ven o hacen en internet, sin caer en el control absoluto. Conversar abiertamente sobre redes sociales, videojuegos, riesgos online y cómo se sienten con lo que consumen.

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    Dar ejemplo con un uso responsable. Los niños observan más de lo que escuchan. Si los adultos pasan horas con el móvil en la mano, es difícil exigir algo distinto. Crear «espacios sin pantallas» también para los adultos puede ser muy positivo.

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    Estar atentos a señales de alarma. Cambios de humor, aislamiento, bajo rendimiento escolar, irritabilidad o necesidad constante de estar con el móvil pueden ser señales de que algo no va bien. En ese caso, conviene buscar orientación profesional.

Consejos prácticos para toda la familia

  • Crear momentos sin pantallas: cenas en familia, juegos de mesa, excursiones o simplemente una merienda sin móvil.

  • Utilizar herramientas de control parental para limitar el tiempo y contenido según la edad.

  • Enseñar desde pequeños a proteger su privacidad y tener una actitud crítica frente a lo que ven.

  • Hablar sobre el impacto de las redes sociales en la autoestima: qué imagen se proyecta, cómo nos afecta la comparación y qué es la presión social digital.

Estrategias familiares para favorecer un buen uso

  • Establecer rutinas con horarios definidos para las pantallas y para actividades offline.

  • Crear zonas sin tecnología (como el comedor o las habitaciones).

  • Reforzar con recompensas que no impliquen más pantallas: una salida especial, cocinar juntos, una noche de cine en casa sin móviles.

  • Implicarles en la toma de decisiones: pactar juntos los tiempos o condiciones ayuda a que se sientan escuchados y comprometidos.

En resumen: más que prohibir, se trata de acompañar. Las pantallas han venido para quedarse, pero el modo en que las usamos puede marcar una gran diferencia en el desarrollo de nuestros hijos. Apostar por una educación digital consciente es una inversión en su bienestar emocional, su autoestima y sus vínculos familiares. Las normas son importantes, pero la conexión emocional lo es aún más.

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