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Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario Central de Asturias. Damián Arienza
Miércoles con Lucía Feito, piscóloga | Día de la Salud Mental

Salud mental en Asturias: una mirada urgente desde lo cotidiano

La psicóloga Lucía Feito analiza la situación de la salud mental en el Principado, «un tema de vida o muerte, con impacto laboral, social y comunitario»

Lucía Feito

Oviedo

Miércoles, 8 de octubre 2025, 09:49

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Cada 10 de octubre se celebra el Día de la Salud Mental, una fecha que invita a detenernos, mirar hacia adentro y alzar la voz sobre algo esencial: que sin salud emocional no hay bienestar real. Desde nuestra región, Asturias, los datos muestran que la cuestión no es menor. No basta con desear sentirnos bien. Hay que construir espacios, políticas y prácticas que lo permitan.

¿Cómo estamos en Asturias? Algunas cifras que alarman

  • En 2023, casi uno de cada cinco adultos (un 18,84 %) en Asturias padeció algún tipo de depresión.

  • Más de 65.000 personas fueron atendidas en la red pública de salud mental en 2024: unos 60.650 adultos y 6.806 niños y jóvenes.

  • La atención a jóvenes ha crecido de manera significativa entre 2016 y 2024: un 53,8 % más de menores atendidos, lo que refleja una demanda creciente.

  • Aunque ha habido una reducción en las consultas infanto-juveniles en el último año, los ingresos hospitalarios para jóvenes continúan aumentando.

  • Los problemas de salud mental son ya la segunda causa de baja laboral en España, y la primera entre las personas menores de 30 años.

  • Y quizá el dato más preocupante: según el INE, en 2024 Asturias volvió a situarse como la comunidad autónoma con mayor tasa de suicidios en España. Se registraron 114 fallecimientos por suicidio en nuestra región.

¿Qué está detrás de estos números?

  • Estrés y ansiedad: muchas personas reconocen sufrir síntomas frecuentes de ansiedad, tensión o angustia que interfieren en su vida cotidiana.

  • Brechas de género: las mujeres reportan una prevalencia mayor de depresión, ansiedad y malestar emocional.

  • Jóvenes bajo presión: los adolescentes enfrentan retos añadidos: expectativas académicas, incertidumbre sobre su futuro, redes sociales, crisis sociales mayores y menos espacios de contención emocional.

  • Sistema sanitario tensionado: las listas de espera, la insuficiente cantidad de profesionales de salud mental, especialmente en áreas rurales, y la dificultad de acceso rápido acentúan el malestar.

¿Y qué podemos hacer, cada uno y todos?

  • Normalizar hablar de emociones en familia, con amigos, en el trabajo. Preguntar «¿cómo estás de verdad?» abre espacios de cuidado.

  • Fomentar el autocuidado sin culpa. Descansar, desconectar, decir que no cuando sea necesario.

  • Apoyar a las familias y a la infancia con programas gratuitos o accesibles de crianza positiva, actividades extraescolares saludables y espacios de juego seguros.

  • Reducir el aislamiento. Buscar pequeños momentos de conexión con otros, aunque cueste: un café, una llamada, compartir un paseo.

  • Visibilizar la salud mental en los colegios con talleres de gestión emocional, prevención del acoso y formación para el profesorado.

  • Desactivar la autoexigencia. No siempre tenemos que poder con todo. Dar valor a los pequeños logros cotidianos.

  • Aprender a pedir ayuda. Tanto profesional como de nuestro entorno cercano: pedir ayuda es un gesto de valentía.

  • Estar atentos al malestar en los demás. Detectar cambios de humor, aislamiento o frases de desesperanza y tender la mano.

  • Redes de apoyo comunitarias: grupos de acompañamiento para personas en duelo, familias cuidadoras o jóvenes en dificultad.

  • Cuidar las redes sociales y la tecnología. Poner límites al tiempo de pantalla, priorizar interacciones reales y evitar la comparación constante.

  • Participar en comunidad. Asociaciones, talleres, actividades vecinales: sentir que formamos parte de algo más grande da sentido y protege.

  • Dar ejemplo a los más pequeños. Mostrar que los adultos también sentimos, nos equivocamos y aprendemos a manejar nuestras emociones.

  • Formación en primeros auxilios psicológicos para sanitarios, educadores y colectivos clave que suelen estar en primera línea.

  • Alianzas entre instituciones, asociaciones y profesionales para garantizar que nadie quede fuera del acceso a ayuda.

Un compromiso necesario

El Principado de Asturias ha dado pasos importantes con más presupuesto, nuevas plazas profesionales y programas de prevención. Pero esto no termina de materializarse si no va acompañado de compromiso social: de políticas visibles, de recursos efectivos, de personas formadas y de eliminación del estigma.

¿Qué podemos celebrar hoy, en el Día de la Salud Mental?

Hoy podemos:

  • Agradecer a quienes luchan cada día por acompañar, por sanar, por sostener lo que no se ve.

  • Reconocer públicamente la necesidad de priorizar la salud mental tanto como la salud física.

  • Recordar que pedir ayuda no es señal de debilidad, sino de coraje.

Conclusión

En Asturias, estamos frente a una encrucijada: los números nos muestran una verdad que ya no puede ignorarse. La salud mental se ha convertido en un tema de vida o muerte, con impacto laboral, social y comunitario. Y lo más urgente: no podemos olvidar que detrás de cada cifra hay una persona, una familia y una historia.

Cuidar la salud mental hoy es un acto de responsabilidad colectiva.

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