Pena máxima para el hombre que dejó morir a su novia y grabó su agonía

La Audiencia de Barcelona ha condenado a prisión permanente revisable a Mariano Daniel Vásquez, el hombre que en junio de 2019 dejó morir a su novia de un coma diabético. El acusado grabó hasta 15 vídeos mientras la mujer agonizaba e «incrementó el dolor de la víctima con su conducta burlesca».

Sus actos son constitutivos, según la sentencia, de un delito de asesinato con ensañamiento, al que se suman otro tres de maltrato en el ámbito de la violencia machista, uno de maltrato habitual y otro contra la intimidad de la víctima, a la que filmó «en condiciones tan deplorables que seguro que no querría que nadie la viera».

Mariano Daniel Vásquez, dentista argentino, y Susana Cortés, se habían conocido cuatro meses atrás. Pronto comenzaron una relación, aunque no eran convivientes. Los celos no tardaron en llegar. Él la vejaba y golpeaba; ella acabó por recluirse. Se descargó una aplicación para grabar todas las llamadas que recibía en su teléfono móvil e ncluso mandó a su hijo a vivir a Ciudad Real con su ex marido para alejarle de la situación de violencia que padecía.

Durante el proceso judicial, el acusado lo negó prácticamente todo, incluso el noviazgo. Aseguró que solo quedaban para «beber, drogarse y tener sexo» y que la costilla rota, los moratones en los ojos y los golpes en la cara eran fruto de las recurrentes caídas. Justificó la grabación de los vídeos, que filmaba para enseñárselo a ella misma y que emprendiera hábito de enmienda. «Nunca pensé que le pasaría esto, nunca pensé en matarla, nunca jamás pensé que podría morir», sostuvo entre lágrimas.

El estado físico y emocional de la víctima se derrumbó hasta el punto de dejar de acudir a trabajar al bar que regentaba. Se encerró en casa sin apenas hablar con nadie, y descuidó la diabetes tipo 1 que sufría, e hizo un «consumo abusivo de cocaína». Los hechos se precipitaron la noche del 17 de junio.

Ese día, Susana Cortés, escribió a Mariano Daniel Vásquez para pedirle ayuda. Él acudió a su domicilio en Viladecans (Barcelona) e hizo caso omiso a su sufrimiento. Ni avisó a urgencias ni le dio azúcar o insulina. Tampoco el agua por el que, casi sin poder articular palabra, ella rogaba.

«Cualquier personal dentro de los parámetros de la normalidad, aunque desconociera las patologías de Susana y nada supiera de diabetes, se habría dado cuenta de la imperiosa necesidad de intervención inmediata de los servicios médicos», recoge el fallo.

El condenado sí estaba al corriente de la enfermedad; él mismo la padecía. «Si Mariano no hizo nada para ayudar a Susana fue porque quería que se produjera la muerte de esta, o porque preveía que se podía producir y le era igual que muriera», concluye el juez que afirma que, de haber llamado a emergencias, el fallecimiento «no se hubiera producido».

Los vídeos que el propio condenado grabó ilustran el empeoramiento. Le costaba hablar, respirar. Cinco horas de agonía durante cuales El pasado 11 de marzo, el jurado popular había encontrado culpable al argentino. La acusación cree que actuó movido por los celos. «Le pregunté con quién había estado porque su apartamento estaba un poco revuelto. Era desordenada pero no tanto», aseguró él durante el juicio.

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