«El monstruo que mató a todos consigue vivir otro día»
El joven que asesinó a 17 personas en su antiguo instituto ha sido condenado a cadena perpetua, eludiendo la pena capital
A. S. GONZÁLEZ
Oviedo
Sábado, 15 de octubre 2022, 14:13
Pena de muerte o cadena perpetua. Nicolas Cruz, el joven que protagonizó en 2018, la matanza de Parkland (Florida), un salvaje tiroteo en un instituto que se saldó con 17 muertos, se enfrentaba a estas dos opciones en un juicio cuya fase penal comenzó el pasado mes de julio y que esta semana ha llegado a un momento clave con la lectura del veredicto del jurado. Su defensa ha conseguido que eluda la pena capital y pase el resto de su vida entre rejas.
El joven se sentaba en el banquillo de los acusados habiéndose ya declarado culpable de 17 cargos de asesinato en primer grado. Un 14 de febrero acabó con la vida de 14 estudiantes de entre 14 y 18 años, y tres profesores de 35, 37 y 49 en el instituto Marjory Stoneman Douglas, la que había sido su escuela de secundaria cuatro años atrás y de la que fue expulsado. Otras 17 personas resultaron heridas.
Cruz, que entonces contaba 19 años, disparó indiscriminadamente y sin oposición un rifle AR-15. Fueron 4 minutos de terror en los que deambuló por los pasillos del centro tras, supuestamente activar la alarma de incendios para que la multitud saliera de las aulas y facilitar así una masacre que se convirtió en una de las más sangrientas en la historia de los Estados Unidos y que despertó un amplio debate sobre la posesión de armas en las escuelas. Después, abandonó el centro escolar entre la muchedumbre asustada y se compró un refresco.
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Por estos hechos, la Fiscalía reclama la pena de muerte, mientras la defensa aboga por la cadena perpetua sin libertad condicional, condena por la que finalmente ha optado por unanimidad el jurado tras un día de deliberación. La decisión del jurado es una recomendación y la jueza impondrá la pena definitiva el próximo 1 de noviembre. Sus miembros conceden, en su veredicto, que existen factores agravantes para imponer la pena capital al asesino, ya que sus actos fueron «premeditados, calculados, atroces y crueles», pero no superan las circunstancias atenuantes.
Problemas mentales
El estado mental fue el caballo de batalla que esgrimió la defensa a lo largo del proceso. En concreto, el consumo abusivo de alcohol y drogas de su madre durante el embarazo, que causó al bebé daños cerebrales que derivaron en sus problemas de comportamiento. Las «decisiones» que el asesino adoptó en San Valentín de 2018 comenzaron con las que había adoptado dos décadas atrás su madre biológica, que «lo envenenó en el útero», insistió su abogada.
«Su destino estaba sellado desde el vientre y, en una sociedad civilizada, humanitaria ¿de verdad matamos a las personas que tienen el cerebro dañado?», preguntó en su alegato final. Su vida tampoco fue fácil. Fue dado en adopción y a los cinco años perdió a su padre de un infarto.
En la infancia, fue diagnosticado con depresión, síndrome de déficit de atención e hiperactividad y discapacidad de comportamiento emocional, entre otros problemas. Su madre adoptiva había muerto solo unos meses antes de la matanza, que planificó estudiando a otros asesinos múltiples, «sus planes, lo que tenían y lo que usaban».
Sin piedad, sin preguntas
La noche anterior no pudo dormir -él mismo lo confesó- imaginándose cómo se sentiría el retroceso del fusil semiautomático que usó en el tiroteo. En su canal de Youtube escribió: «Sin piedad, sin preguntas. Voy a asesinar niños. Amaría ver a las familias sufrir'«. De hecho, el FBI ya había recibido la advertencia de que estaba a punto de explotar y podría desatar una masacre. Hizo caso omiso a la advertencia y el Estado ha indemnizado por el error a las familias con cerca 130 millones de dólares.
El veredicto ha sido recibido como un jarro de agua fría. Durante su lectura, se impusieron las lágrimas y la desesperación de quienes perdieron un pedazo fundamental de su vida un día de San Valentín. «El monstruo que mató a todos ellos consigue vivir otro día», estalló el padre de Gina Montalvo.
Como él, muchos más: «A mi hija le dispararon cuando corría por un pasillo. ¿Qué atenuantes tuvo?», se preguntaba el padre de la joven Jaime Guttenberg, a quien la justicia «le ha fallado» y guarda un deseo: «Irá a prisión y ahí espero y rezo para que reciba de otros prisioneros el 'tipo de misericordia' que le mostró a mi hija y a otros 16».