«Vienen con el diagnóstico de Google»
Luis Castellanos y su hijo Luis comparten clínica en Avilés desde 2011, pero hay días en los que apenas se ven
AZAHARA VILLACORTA
AVILÉS.
Sábado, 20 de febrero 2021, 03:19
Luis Castellanos González (urólogo nacido en Salamanca hace setenta años y que se quedó en Asturias cuando vino a hacer el MIR y consiguió plaza en el Hospital San Agustín) y su hijo, Luis Castellanos Jal (de 38 y odontólogo especializado en implantes), comparten desde 2011 clínica en el centro de Avilés. Un espacio perfectamente compartimentado y con todas las medidas anticovid necesarias «y más de las que exigen las autoridades»: desde un esterilizador de aire a un sistema que desinfecta el calzado de quien traspasa las puertas de su lugar de trabajo. Ese en el que pueden pasarse tranquilamente diez horas diarias y donde hay días que apenas se ven, si acaso se cruzan en la sala de espera común. «Aunque es verdad que, últimamente, mi padre ha bajado un poco el ritmo para dedicarse más a sus aficiones y a la familia», cuenta el odontólogo.
Porque, si hay algo que comparten estos dos profesionales sanitarios con una dilatada experiencia en sus respectivos campos es un «carácter meticuloso y perfeccionista». Tanto, que el padre hizo el doctorado «cuando ya era mayor» y el hijo se formó en lugares como Madrid, Sevilla y Nueva York y «había puesto ya más de dos mil implantes» antes de establecerse por su cuenta.
«Vivimos la profesión con intensidad. Nos gusta que las cosas salgan bien, que esté todo bajo control. Si le preguntas a mi madre, te va a decir que en casa soy un desastre, pero en el trabajo me gustan las cosas ordenadas, todo por su sitio. Y otra cosa que compartimos es que nos focalizamos en el paciente. Nos gusta darle un trato especial, que se sienta el protagonista de la visita. Un trato muy humanizado, muy personal... Y también nos gusta mucho estar buscando siempre innovaciones, comprar la última máquina que acaba de salir. En eso, mi padre sí que no ha aflojado. Con setenta años, está como alguien de cuarenta. A veces, incluso hay que frenarlo», bromea el especialista en cirugía oral.
Para Castellanos Jal -que ya ha decidido comprar este año «un escáner que te radiografía la boca sin esas pastas tan incómodas que se ponen ahora y todo queda guardado en un software»-, las jornadas son maratonianas, de entrar al filo de las nueve de la mañana y salir de la clínica pasadas las nueve de la noche. Y su padre se ve reflejado en él cuando tenía su misma edad, un tiempo de «meterse en tinglados», darlo todo y arriesgar.
Y eso que, cuando le planteó que quería dedicarse a la Medicina, el urólogo se lo desaconsejó, porque, «en aquel momento, la profesión médica estaba muy saturada».
Así que el camino final fue la Odontología y hoy los dos se declaran «contentos» de trabajar juntos pero no revueltos. El hijo volcado en la implantología y Luis Castellanos González viendo sobre todo «disfunción eréctil e hiperplasia benigna de próstata», las dos patologías que más abundan en su consulta.
Dos primeros espadas en lo suyo que también coinciden en otro diagnóstico: «Hay gente que ya viene sabiendo lo que tiene después de consultar Google y casi te dice lo que tienes que hacer. Te sientes casi examinado».
Y prepárense porque viene la tercera generación: el pequeño Luis, el nieto con el que el abuelo juega a indios y vaqueros cuando cuelga la bata y se pone el chándal. «Me encantaría que fuese urólogo».