Cristian Salvador, en su justa medida

A un jovencísimo Cristian Salvador (Zamora, 1994), Manolo Sánchez Murias le tenía el ojo echado en la última temporada que compitió para el Zamora. Ya entonces hubo alguna que otra reflexión en Mareo, sin dar el paso definitivo. Pero el zamorano estuvo literalmente muy cerca de Gijón ese verano, probando fortuna un par de días con el Lealtad para continuar en Segunda B. Su equipo de siempre, con el que se reencontrará en la Copa del Rey, había descendido. «Es un chico con mucho sentimiento. En ese descenso no paraba de llorar», desvela Balta Sánchez, su entrenador de entonces, a quien fue imposible retener a aquel 'todocampista'.

Fue el Sestao River el que le cazó y, después de que Manolo Sánchez Murias confirmara su impresión en varios partidos en directo en Las Llanas, se lanzó a por su fichaje al final de esa siguiente temporada. Ahora, con 24 años, es una de las pocas luces que iluminan a este demacrado Sporting. Y eso que no tuvo una inmersión fácil en el profesionalismo por ese enorme despliegue táctico suyo marca de la casa, tendiente a dejar mucho aire a su espalda, y el exceso de conducciones. Todo lo ha ido puliendo bajo la tutela de José Alberto, quien ha hecho mucho énfasis para que regulase esas privilegiadas condiciones que podían convertirse en defectos.

«Son características de su fútbol que siempre ha tenido, un poco producto de su ambición por hacer las cosas bien. Tiene ese ímpetu, esa agresividad mental, es visceral jugando... quería llegar a todos los sitios. Pero en cuanto regulase esto, todos sabíamos que iba a mejorar mucho en sus prestaciones. Ha cambiado para bien en ese aspecto», resume Balta. Ha ganado conocimiento del terreno e interpretación de los momentos del partido, liderando en el Tartiere la salida de balón del Sporting dentro de una defensa de tres de la que formó la parte más novedosa. Su momento individual es dulce, contra el preocupante panorama del colectivo.

«Es un jugador muy completo como demostró en el Tartiere metido entre los dos centrales. Quizá ahora lo veo más posicional, porque la categoría también lo demanda, pero sigue manteniendo esa virtud de salir con fuerza y superar líneas. Es muy generoso en el esfuerzo», prolonga Roberto Aguirre, quien le hizo debutar como juvenil en Segunda B con el Zamora, ganándose pronto un sitio en su pensamiento. «Siempre tuvo esa arrancada, pero ahora ha ganado más fuerza y velocidad. Es un rasgo natural suyo, pero hoy por hoy, claro, lo veo más completo. Aporta en todas las facetas», completa el entrenador langreano. Ahora busca acompasar su rendimiento y el del equipo, mientras desde la lejanía no se le pone techo: «Ya se intuía que podía llegar a profesional. El límite lo pondrá él en su carrera».