Un fichaje inesperado

Manuel Negrete Arias (Ciudad de Altamirano, México, 1959) era un medio ofensivo o mediapunta que había destacado en el UNAM, equipo de la Universidad Autónoma de México, y en la selección de su país. La presencia de su compatriota Flores en el Sporting influyó en la llegada de quien había sido compañero en el equipo mexicano y en el conjunto nacional.

Con 27 años, tras siete campañas en la élite, consideró que había tocado techo en su país. Quería jugar en Europa. Estuvo en la órbita del Atlético de Madrid, pero acabó en Lisboa. El grupo empresarial que poseía sus derechos federativos, el mismo que había cedido a Lucho Flores al Sporting, gestionó su cesión al Sporting de Portugal. Sin embargo, su integración al equipo luso no fue la esperada. Sólo jugó la mitad de la competición. En enero de 1987 se le empezaron a buscar alternativas.

Surgió la posibilidad de venir a Gijón, ofrecido por los intermediarios José María Minguella y Fernando Torcal el 24 de marzo en un contacto en Barcelona con motivo de un partido del Sporting en Sabadell. A Novoa le gustaban las características del mundialista mexicano para reforzar el equipo en el tramo final de la temporada. El 31 de marzo, Arnaldo Levinson, presidente del UNAM, y el agente Torcal viajaron a Lisboa para cerrar la baja de Negrete en el Sporting de Portugal.

El triunfo del Sporting sobre el Sevilla el cinco de abril confirmó la presencia de los rojiblanco en el 'play off' por el título. Era una de las condiciones para cerrar la cesión, que costó 40.000 euros para diez partidos. El jugador ya había venido a Gijón dos días antes. Viajó en tren desde Madrid, en el que coincidió con el presidente asturiano Rafael Fernández, que había tenido una etapa en México. Tuvo un recibimiento espectacular. Estaba a disposición de Novoa en el primer partido de la liguilla, en el desaparecido Sarriá. El mexicano estaba corto de preparación, sin jugar desde enero. Además, el transfer tardó varios días. Tuvo que esperar una semana más para debutar. Fue ante el Real Madrid, la última media hora.

La estancia de Negrete en Gijón sólo duró tres meses. En el Sporting tampoco mejoró su línea. Sólo intervino en cuatro partidos, en los que anotó un gol. En las diez jornadas sólo fue titular en dos y se perdió los cinco últimos por una lesión. Físicamente estaba muy lejos de lo que exigía la competición española.

El estilo de Negrete era el de un futbolista con una buena técnica y un excelente toque de balón, así como un estilo ágil para aproximarse al área rival, pero el buen manejo de balón y un aceptable disparo desde media distancia no eran virtudes suficientes. Le pesaba su falta de rapidez, pese al aspecto de movilidad, y la carencia de agresividad, sin fuerzas para aguantar el ritmo de 90 minutos en el fútbol español. Por eso, el Sporting descartó aplicar la opción de compra. Negrete regresó a su país, a su antiguo equipo de los Pumas.

El paso de Negrete por Gijón fue una de las muchas decepciones de fichajes extranjeros. Aquí no encontró sitio con un centro del campo en el que estaban Joaquín, Mesa, Marcelino y Juanma. Para segundo delantero, con Eloy, Flores, Villa, Luismi, Zurdi y Quini a punto de despedirse, no mejoraba lo que había. Ni lo igualaba.

Cuando se analizó su cesión se tuvo en cuenta su trayectoria en México, con una fama especial por un gol anotado con una espectacular volea que marcó a Bulgaria en la Copa del Mundo de 1986, disputada en su país. El tanto tuvo tanta repercusión que se descubrió una placa conmemorativa en Estadio Azteca de México.

Tras dejar el fútbol, Negrete hizo labores de técnico en los equipos de base del UNAM de México. Como primer entrenador fue efímero en el León y Atlante, donde había colgados las botas como jugador. También tuvo una época en la que se dedicó a la política, en la que fue alcalde de Coyoacán, en Ciudad de México.