El Sporting de Gijón hace los deberes ante el Córdoba

Visto así uno se puede imaginar un gran partido del equipo de Rubén Albés, pero no fue así. El Sporting cumplió. Hizo los deberes, pero sin brillo. Con un encuentro poco vistoso, por momentos muy aburrido y con una escasez de fútbol que se viene repitiendo en las últimas semanas. Pero ganó.

Lo importante era sumar los tres puntos y los rojiblancos cumplieron con el objetivo marcado. Después de conocer los tropiezos de sus rivales más directos, al Sporting no le quedaba otra que recuperar la senda de la victoria. Después de haber caído ante el Granada en su último encuentro en El Molinón y de haber sumado un punto en Riazor tocaba vencer.

Para ello Albés repitió el mismo once que utilizó en La Coruña. Le sobró un centrocampista de contundencia y le faltó la magia de Gelabert para poner algo más de picante arriba y así evitar que el Córdoba se encontrara tan cómodo sobre el terreno de juego.

Los andaluces, el peor equipo como visitante de la categoría, pudo merecer algo más. Sobre todo en la primera parte. Tuvo la posesión del balón y gozó de las mejores ocasiones. Pero para fortuna del Sporting, no acertó en el área rojiblanca.

Con el choque sin ritmo ni juego ni ocasiones, Dubasin se inventó una acción junto a Guille Rosas que terminó en penalti. Hizo algo diferente. Abrió las piernas para dejar pasar el balón y el Córdoba se desdibujó en su línea más retrasada. Guille vio el hueco y le devolvió el balón al primer toque. Se llevaron por delante al atacante rojiblanco.

Otero no falló desde los once metros para adelantar a los rojiblancos. Fue justo antes de llegar al descanso. Uno de esos goles que llaman psicológicos. Fue lo mejor que le pudo pasar al Sporting porque de haberse iniciado la segunda mitad con el marcador igualado, el Córdoba hubiese replegado muchos sus líneas.

Antes de que Otero estrenara el marcador, Olaetxea había perforado la portería rival, pero estaba en fuera de juego. El centrocampista volvió a demostrar que si no le atan entre los centrales, tiene llegada.

La segunda parte fue diferente a la primera. Fue algo más vistosa, pero poco más. Al Córdoba no le quedó otra que ir a por el empate y el Sporting lo aprovechó para encontrarle las cosquillas a base de contragolpes.

Dubasin y Campuzano, que entró en lugar de Otero, marcaron para delirio de El Molinón, pero el árbitro asistente levantó la bandera. Fueron dos grandes goles. Ambos se quedaron solos ante el portero, lo regatearon y marcaron a placer, pero no subieron al marcador.

Los dos crearon el segundo gol y definitivo de la noche. Un disparo de Campuzano lo despejó Marín y el rechace lo aprovechó el 'Pingüino' para cerrar el partido. Al igual que Otero, mostró la camiseta de Joaquín con el número ocho a la espalda para dedicarle el gol y la victoria al exrojiblanco, que se recupera en el Huca de un problema de salud.

Los locales sellaron el partido. Costó, pero lo consiguieron. No querían que se repitiera lo que sucedió en más de una ocasión fuera de El Molinón. Y los tres puntos se quedaron en casa.

La victoria no fue divertida, pero siempre deja un buen sabor de boca. Aún queda mucha Liga y muchas correcciones que hacer en un equipo que cumplió. Defensivamente el Sporting deja dudas, el centro del campo no aparece cuando más se le necesita y arriba esta vez estuvo bien. Muy bien, pero el fuera de juego privó al equipo de golear al Córdoba.