«La inteligencia artificial ofrece un gran futuro, pero nos expone a problemas»
Michele Iurillo, Responsable de formación de DAMA España ·
«El 75% de los activos no físicos de las empresas son los datos. Si mañana Booking pierde su base de datos, ya no existirá la empresa»El responsable de formación y gestión del talento del capítulo de España de DAMA (la Asociación Internacional de Gestión de Datos) fue esta semana el ... dinamizador en Gijón del primer evento de la organización en 2023. Porque para Michele Iurillo (Milán, 1967) estar en Asturias es estar en casa –vivió en la región 5 años y tiene una casa en el oriente–, y le gustaría, con su 'doctrina', ayudar a empujar a las empresas tradicionales asturianas «a un 30% al menos» a invertir en tecnología e inteligencia artificial.
–¿Qué es DAMA, para qué sirve?
–Es una asociación estadounidense que nació en los 80, cuando la tecnología de los datos empezaba a tener cierta importancia y decidieron recoger las buenas prácticas. Fueron escalando y abriendo capítulos en todos los países. En España está activo desde 2018. DAMA ofrece una certificación muy importante (CDMP) a los profesionales que trabajan con datos que evalúan su formación y experiencia profesionales. Asimismo, ofrece formación, a través de universidades y escuelas de negocio, y hace encuestas sectoriales para ver el grado de penetración en las diferentes industrias. Se han hecho en banca y seguros y se hará en el sector energético.
–¿Qué se analiza?
–Se mira el grado de madurez de la empresa dentro del sector y luego la media de todos. Es muy importante porque no solo se habla de tecnología, también de la parte funcional. Cómo gestionar los metadatos, las buenas prácticas para que los datos tengan calidad... Es un tema relevante porque el 75% de los activos no físicos de las empresas son los datos. Si mañana Booking pierde su base de datos, ya no existirá.
–¿Las empresas conocen bien estos procesos?
–Algunas industrias son más maduras porque ha habido una legislación que las ha empujado, como es el caso de la banca. Hay otras menos maduras, como el retail que, aparte de los grandes como Amazon donde está todo controlado, están empezando ahora a acercarse. Las Telecom y las energéticas también están muy avanzadas. En la pequeña y mediana empresa hay de todo. No obstante, todo el mundo entiende la importancia de los datos.
–¿Cuáles son las reglas básicas a tener en cuenta en su gestión?
–Ante todo, deben tener una calidad porque no vamos a poder tomar decisiones si la calidad de los datos no es la adecuada. Si tengo, por ejemplo, un listado de clientes y me sale la provincia escrita una vez en mayúscula y otra en minúscula estoy duplicando información. Luego hay que trabajar con los metadatos, que son como la etiqueta que te dice quién lo ha creado, cuándo, qué forma tiene, qué estructura, quién es el propietario o cuáles son los cumplimientos normativos que tiene que tener. Es el corazón de los datos, el que nos indica si tienen calidad.
–¿Y en un ámbito más tecnológico?
–La arquitectura de los datos es fundamental. Se trata de cómo se viaja dentro de los datos, y lo que nos permitirá llegar al gobierno del dato, o lo que es lo mismo, qué quiere decir cada cosa. Y la siguiente cuestión es, con esa información de calidad, bien gobernada, y con una arquitectura que lo soporta, tomar decisiones inteligentes, el 'data-driven'. Cabe recordar, además, que los datos son un activo de empresa. En algunas no lo acaban de tener claro y se llegan a generar silos porque los departamentos no los comparten. Cuando se dan cuenta, con esa democratización de los datos, se disparan las acciones para la toma de decisiones inteligentes.
Regulación
–En este mundo globalizado, donde las empresas que manejan nuestra información están en diferentes países, ¿hay armonía en la regulación internacional?
–Es un gran dilema. Los europeos tenemos una regulación muy fuerte. Pero a nivel internacional es muy complicado gestionar esto. Ahora existe el fenómeno de la repatriación. Antes todo el mundo iba a la nube, pero ahora las empresas están empezando a repatriar sus datos más estratégicos porque se han dado cuenta de que no existe un 'cloud' regulado europeo. Se están quitando del nube pública y lanzando el concepto de nube privada o híbrida. El caso típico son los bancos. Es un tema complicado.
–Entonces, ¿están seguros o no nuestros datos?
–Los datos deberían ser seguros. El caso clásico son las redes sociales. Yo para ver el gatito más guapo me piden autorización para varias cosas y nosotros la damos poniendo todos tus datos personales a su disposición. Y eso puede ser peligroso si no ejercemos un control. La gente joven es la que menos lo entiende. Luego existe otro problema importante: los prejuicios. Los algoritmos no los escriben las máquinas, sino las personas. Y cada uno tiene su historia y su prejuicio. Un ejemplo que explica cómo los algoritmos te pueden cambiar la vida está en EE UU, porque poner en tu ficha que has nacido en determinado barrio, te puede condicionar el acceso a muchas cosas. Eso es muy peligroso. La Comunidad Europa está haciendo regulación para la inteligencia artificial (IA), pero será bastante complicado.
–¿Hasta qué punto está llegando la IA a las empresas de nuestro entorno?
–Está llegando y solo con tener un móvil en nuestras manos nos damos cuenta. Esto irá a más y la IA nos permitirá tener un futuro rabioso, un gran futuro, pero nos expone a muchos problemas, como ese de la privacidad, donde tenemos que volver a tomar el control nosotros o, por lo menos, tener posibilidad de hacerlo. Y luego, como decía, hay que culturizar a la gente, sobre todo a los jóvenes en el tema de las redes sociales porque dan sus datos continuamente, con perfiles públicos, lo que alientan casos como el bullying.
–El potencial de la IA con los datos nos enfrenta a nuevos o no tan nuevos conflictos éticos. ¿Están los límites suficientemente delimitados?
–La ética depende de las empresas, de las personas y de la regulación. En este caso el problema es saber cuánto valen mis datos. Yo suelo preguntar: ¿cuánto factura tu empresa? Y el 4% de esa facturación es lo que valen los datos porque es la multa a la que te expones si los pierdes o los expones. El valor de los datos es saberlos conservar.
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