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JOSÉ MARÍA URBANO
Domingo, 1 de marzo 2015, 01:22
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José Ramón Fernández Molina es un arquitecto de dilatada experiencia, miembro del comité asesor del TICCHI España (Comité Internacional para la conservación del patrimonio industrial) y de INCUNA (Industria, Cultura, Naturaleza, asociación asturiana para el estudio de la arqueología industrial y el patrimonio cultural y natural). Presente en Avilés en el movimiento surgido en su día para la conservación de la antigua Central Térmica de Ensidesa, Molina es un agitador arquitectónico, especialmente interesado en un área tan concreta como la ría y el puerto de Avilés, para los que ha firmado algunos proyectos.
Usted nació en Oviedo, pero oyéndole hablar parece que sus orígenes están en Avilés, y en concreto en su puerto.
Me sigue pareciendo un espacio de oportunidades clarísimo en estos momentos de dificultades, pero también de muchas fortalezas. Me parece tan singular ese espacio, que considero que es único, con una enorme potencialidad. La ría de Avilés como espacio ideal, y la prueba de ello es lo que ha pasado desde la Edad Media, cuando Avilés se convirtió en el puerto de Oviedo y la configuración del de Gijón ni existía.
¿Y qué es lo que plantea para este espacio?
Creo que lo que se impone es hacer una planificación en la que deben estar las Administraciones públicas, empezando por la local. En los últimos tiempos he tratado con ayuntamientos como el de Oviedo, Castrillón, Gozón, Piloña o Mieres, y todos ellos demuestran poseer una gran autonomía para hacer cosas, lo que les falta es dinero y financiación. Avilés tiene en este sentido una gran tradición, y lo que se necesita es dar continuidad a sus planes.
El Puerto ya tiene su propio plan de actuación.
Es cierto, pero debería ser articulado también por el Ayuntamiento. El documento del puerto no contempla algunos impactos 'colaterales', como los que provocan las balsas de residuos, las canteras, los accesos... A mi modo de ver todo eso debería estar en un plan más amplio. Por eso digo que todo ese plan conjunto ni siquiera debería afrontarlo solo el Ayuntamiento de Avilés, junto con otros concejos afectados, como Castrillón o Gozón, sino que el Principado debería implicarse de lleno en este espacio.
¿El proyecto de la Isla de la Innovación, ganado por un equipo multidisciplinar en el que se encuentra Norman Foster, le parece corto, acaso inviable?
Me parece que resuelve un gran fragmento de ese plan más ambicioso. Creo que partimos de lo particular a lo general, pero creo que eso no es suficiente.
¿Quién debería involucrarse en ese plan que usted propone?
La ría de Avilés es una oportunidad regional, incluso suprarregional. Por eso aquí también debe estar comprometida la Administración del Estado e incluso la Unión Europea en todo lo que tiene que ver con la red general de transporte y comunicaciones.
Los plazos de la política tienen poco que ver con esos planteamientos.
Está claro que es así. Un ejemplo de ello es lo del parking cerrado del Centro Niemeyer. Eso es un templo a la estupidez, ¿cómo es posible que siga cerrado?
¿Para usted la ría debe ser el eje de todas las actuaciones?
Es que es su espacio industrial principal, por lo que parece lógico que se convierta en el eje de Avilés. Hace bastantes años, la SEPI encargó un estudio a 50 años vista de este espacio y ya se contemplaba que la margen izquierda debería ser el área de crecimiento de la trama urbana.
Se intentó cuando se construyó el PEPA, pero no dio resultado.
Pues es algo que debería estar consolidado, con la margen derecha como zona más industrial. Me parece bien esa orientación.
De todas formas es muy complicado hacer cambios tan drásticos. Por ejemplo: Asturiana de Zinc ocupa en el puerto el espacio que todos sabemos. ¿Cómo se va a cambiar eso sin poner en riesgo la propia continuidad de la compañía?
Eso no debe evitar que el puerto y la ría y la ciudad tengan que planificar a largo plazo, para los próximos 25-50 años.
Algunos cambios, para bien, sí se han observado en los últimos años.
Este espacio del que hablamos no merecía el trato que se le dio desde los años 40-50, con todas esas industrias que se ubicaron en este entorno. Aquí se entró como un meteorito y ahora lo pagamos. Lógicamente no nos podemos plantear una deslocalización, pero, ojo, esto no debe ser solo una operación de cosmética. Es indudable que el espacio empieza a mejorar y se abre a otras oportunidades. A lo mejor dentro de unos años quieren venir otras empresas distintas a las que tenemos ahora, con un claro impacto medioambiental. De lo que se trata es de hacer un espacio atractivo.
Sobre esto sí que hay ejemplos por todo el mundo, alguno de ellos desarrollado hace años por este periódico. Lo que pasa es que en Avilés parece que hay como una especie de 'convencimiento' por parte de algunos de que aquí es imposible que se hagan las cosas que sí se consiguen en otras partes.
Ejemplos hay, efectivamente, por todas partes. Ahí está Puerto Madero, en Buenos Aires, una zona industrial inhóspita convertida hoy en un centro turístico de primer nivel mundial, un poco el Puerto Banús argentino. En Alemania está el caso de Duisburgo, en donde también ha actuado Norman Foster. En Alemania se han dado muchos procesos de regeneración urbana de espacios muy degradados por la industria. Ahí es donde se podría copiar.
El problema también es de pensar que estas cosas, como la de Duisburgo, se hicieron en 25 años y todavía no han concluido. Aquí enseguida se empieza a dudar de la credibilidad del proyecto si no lo vemos casi de forma inmediata.
La marca 'Ría de Avilés' debe ser un proyecto de largo recorrido, aprovechando, eso sí, todas las oportunidades. Cuando surgió lo de la Central Térmica enseguida vimos que podría tener un gran futuro como un excelente contenedor de todo lo que nos rodea: acero, vidrio, zinc, aluminio, las fibras de DuPont... En Berlín, en 2002, en la New Gallery, se montó una exposición muy original, una especie de performance, solo con el modelo Z4 de la BMW. Fue un éxito porque puso de manifiesto el gran valor de la industria alemana, pero también el de la cultura. Por qué no lanzamos esa marca 'Ría de Avilés' o 'Territorio Avilés' para hacer cosas parecidas.
¿El Niemeyer no le parece un buen sustituto de la Térmica?
Ese fue un falso debate. Se podría haber mantenido la Térmica igual. Lo mismo que habrá que hacer con las Baterías cuando se apaguen, que habrá que mantenerlas después de la sinvergonzonería de no haber mantenido ni un solo horno alto en Asturias como patrimonio industrial.
Al final, ya sabe, y sobre todo en tiempos de crisis: la Térmica como museo o la Térmica como oportunidad de negocio para una inversión multimillonaria que iba a crear puestos de trabajo. ¿Qué le decimos a la ciudadanía?
Es interesantísimo ese planteamiento. Pero déjeme decirle una cosa: esa es la visión que hay que tener de los territorios a 50 años vista. Podemos testar lo que han hecho otros en otras partes del mundo. Habrá que pensar en un modelo productivo que se base más en la investigación, la innovación y la conservación de lo que tenemos. La crisis nos ha venido muy bien para darnos cuenta que se ha acabado eso del crecimiento irracional y permanente. Ahora asistimos a un proceso de maduración interna de la sociedad. Resulta que no hay dinero y todavía no estamos preparados para un cambio de mentalidad que es obligatorio. Por ejemplo: aquí hay una energía natural impresionante, que es el sol. Es nuestra gran ventaja frente a los países del Norte y eso lo vemos en el turismo. ¿Por qué no manejamos mejor ese aliado que tenemos?
Volvemos con las prisas, con los resultados que deben verse a corto plazo.
Sí, aquí hay prisa por llegar, nos falta sedimentar las cosas. La mentalidad del pelotazo, eso de hacerse ricos rápidamente, tiene mucho que ver con que antes hemos sido pobres. El querer tener una vivienda propia es muy típico de este país, es como un mensaje de que no queremos ser unos parias. En los países anglosajones no tienen esos problemas, prima el alquiler y todo el mundo está tan contento.
Y luego hay otra reflexión. Eso del patrimonio industrial, su conservación, las cosas de la cultura, no acaban de verse en algunos ambientes como una fuente de oportunidad, sino como un gasto.
El patrimonio debe verse siempre como un apoyo incuestionable al desarrollo económico. Una ciudad no pude crecer exponencialmente, porque nos puede pasar como en Detroit, que ve desmoronarse su industria capital, la del automóvil, y de repente se convierte en una ciudad fantasma.
La dicotomía patrimonio industrial contra casco histórico uno de los fundamentos del nuevo Avilés no deberían estar reñidos por lo tanto.
Por favor, siempre juntas. El casco histórico tiene su discurso propio. Nada tiene que suponer un freno para seguir actuando en varios frentes. En Alemania declaran hoy un BIC (Bien de Interés Cultural) y mañana ya están en marcha.
¿Cuál es la receta entonces para Avilés?
En Avilés, como en Asturias, lo que se necesita es tener ideas claras y exigir medidas donde corresponda. Y lógicamente, no despilfarrar el dinero, porque en ocasiones se han hecho cosas en los últimos años... Hace falta acabar con todos los localismos de una vez y nos falta organizar toda nuestra materia gris, que es muy importante.
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