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Daniel Alonso recibe el V Premio Álvarez Margaride de manos del presidente en funciones del Principado, Javier Fernández.
Javier Fernández: «Asturias necesita un gobierno serio y estable que no frivolice»

Javier Fernández: «Asturias necesita un gobierno serio y estable que no frivolice»

El presidente del Principado en funciones carga contra Podemos en el acto de entrega a Daniel Alonso del Premio Álvarez Margaride-Sabadell Herrero a la Trayectoria Empresarial

Octavio Villa

Viernes, 19 de junio 2015, 22:17

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El presidente en funciones del Principado, Javier Fernández, aprovechó ayer su discurso en el acto de entrega al empresario Daniel Alonso del V Premio Álvarez Margaride de la Asociación Asturias Patria Querida para afirmar que «Asturias va en una buena dirección» y es una «comunidad solvente, con unos servicios sociales consolidados». Y para advertir a los dos centenares de empresarios presentes en el salón de banquetes del Club de Golf de Castiello, en Gijón, de los riesgos inherentes a «la proliferación de los populismos», una consecuencia de políticas que en España llevan a que haya «datos que apuntalan la mejora económica, pero a costa de un insufrible aumento de la desigualdad social», dijo, sin nombrar directamente ni a Podemos, por lo primero, ni al Gobierno central, por lo segundo.

Eso sí, añadió que «cuando los representados repudian a sus representantes, cuando se arrojan por la borda las reglas del juego, por ejemplo, otorgándole más capacidad decisoria a un simulacro que a las elecciones propiamente dichas, o cuando se apela de continuo a un nuevo momento constituyente, la arquitectura democrática está también en cuestión». Lo dijo ante una audiencia deseosa de estabilidad para afrontar nuevos retos empresariales, y remató: «Cuando eso ocurre, la actividad económica también se ve comprometida». Con referencias a Tsipras, pero no a los líderes regionales ni nacionales de Podemos, Fernández anotó: «Asturias necesita un Gobierno serio y estable, que no improvise ni frivolice, que merezca la confianza de los trabajadores y de los empresarios por su conocimiento, su capacidad técnica, el rigor de sus planteamientos y la tenacidad para llevarlos a cabo. Cambiar gestión por espectáculo, créanme, es una apuesta demasiado arriesgada».

También hizo referencia Javier Fernández, al final de su discurso, al homenajeado, Daniel Alonso, fundador y presidente de honor del Grupo Daniel Alonso ATA. De él, Fernández destacó su «capacidad para adaptarse, innovar y adelantarse a lo que está por venir, que es común en los grandes empresarios, tan a menudo, como en este caso, hechos a sí mismos». Recordó el presidente en funciones que en 1999, siendo consejero de Industria, Daniel Alonso le instó a esponsorizar «a un chico joven, de 19 años y que compartía apellido con él, del que dijo que iba a ser campeón del mundo de Fórmula 1. No le creí», reconoció, para elogiar con esta anécdota su visión de futuro.

La glosa de la figura de Daniel Alonso corrió a cargo del consejero delegado del Banco Sabadell, Jaime Guardiola, quien le definió con cuatro rasgos: «Es una gran persona, un trabajador incansable, honesto a carta cabal y un buen padre». E insistió en elogiar su «firme compromiso con Asturias y el empleo», así como, en varias ocasiones, con «la innovación y la diversificación». Parafraseando a Winston Churchill, Guardiola indicó que «Alonso es un hombre que, a fuerza de ser útil, se ha convertido en importante».

El propio homenajeado, tras recibir el galardón de manos de Javier Fernández, se emocionó muy visiblemente y, tras dos intentos en los que llegó a recordar los «más de 60 años que llevo apostando por la industria», y a esbozar un elogio a Arcelor por su reciente anuncio de una inversión de 100 millones de euros en sus instalaciones asturianas, se vio obligado a ceder la palabra a su hijo Jesús, quien agradeció públicamente a su padre «el ejemplo que me dio. Yo nací en 1970 y hasta los 23 años no vi a mi padre, porque estaba siempre trabajando, lo que fue el mejor ejemplo que pudo haberme dado. Ese, y su principio básico de servir siempre, a la familia, a su entorno, a sus trabajadores». En las épocas de vacas gordas y en las de flacas, porque «en nuestra empresa no se despide a nadie, salvo que robe o mienta».

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