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Mercedes Fernández felicita al socialista Javier Fernández tras ser reelegido presidente del Gobierno asturiano.

IU reclama a Fernández que rediseñe su Gobierno para adaptarlo al acuerdo

El presidente repite mandato con el apoyo de la coalición, tras abstenerse Podemos en una sesión corta y con dosis de suspense

ANA MORIYÓN / OCTAVIO VILLA

Miércoles, 22 de julio 2015, 00:16

Javier Fernández es ya el presidente del Principado «por segunda y última ocasión», según aseguró él mismo tras ser elegido ayer con los votos de 19 diputados de los 45 de la Cámara regional. Era el pleno del suspense, la continuación de la anterior sesión de investidura, y Javier Fernández llegó al Hemiciclo asturiano circunspecto y sin tener asegurada su reelección, puesto que Podemos había dejado para la propia sesión de investidura su posicionamiento, tras no haber llegado a un acuerdo ni con PSOE, ni con IU.

El riesgo de un empate, si Podemos optaba por otorgar cinco de sus nueve votos a la candidata popular, Mercedes Fernández, flotaba en el ambiente, y era especialmente palpable en la diferencia entre los gestos de los parlamentarios socialistas y los del PP, que asistieron a la sesión plenaria convencidos de que su candidata no ganaría, pero hasta divertidos por la posibilidad de un empate y la subsiguiente e indigesta nueva tanda de negociaciones que, en tal caso, Javier Fernández debería abrir.

Pero Podemos ya había decidido, en un intercambio intenso de impresiones no exento de tensión y de críticas, que no daría lugar al «vodevil» que había criticado con antelación el portavoz de IU, Gaspar Llamazares. Sí se permitieron el gusto de que cinco de sus parlamentarios vistiesen prendas negras y, confirmando el gusto de la formación morada por escenificar sus actuaciones, el primero de sus diputados en votar, Andrés Ron, lo hizo dejando pasar unos segundos y alegando, para abstenerse, que no hay en la Cámara alternativas reales para un cambio desde la izquierda. Cuando llegó el turno del quinto diputado de Podemos en votar, que fue su secretario general, Daniel Ripa, la tensión era física en la Cámara. Algunos diputados del PSOE destensaron súbitamente sus rictus cuando Ripa, tras dejar pasar también unos segundos, pronunció «absténgome», haciendo con ello ya virtualmente imposible el empate entre Javier Fernández y Mercedes Fernández.

Pero haber superado el proceso de investidura no garantiza al PSOE una legislatura tranquila en la Junta General. Con 14 diputados en solitario o 19 en unión con IU, tendrá complicado aprobar iniciativas, proposiciones y proyectos de ley o presupuestarios si no logra, mediante la negociación, el apoyo de al menos otros cuatro diputados. Sólo Podemos y PP tienen, en solitario, más de esa cifra. Así las cosas, el portavoz parlamentario del PSOE, Fernando Lastra, indicó ayer que en su grupo no existe al respecto «ni una preocupación excesiva, ni despreocupación».

«Cambios en el Gobierno»

El protagonismo viró entonces hacia el PSOE e Izquierda Unida. Gaspar Llamazares no se anduvo con medias tintas, y apenas acabado el pleno reclamó a Javier Fernández que los cambios en aplicación del acuerdo no sean cosméticos, sino que se afronte un auténtico cambio de políticas y de personas: «Este tiene que ser un gobierno de cambios y de cambios en el gobierno». Llamazares reiteró que IU no formará parte del Gobierno, pero que para que la coalición mantenga su apoyo a Javier Fernández, el Ejecutivo que éste diseñe deberá ser «plural y con personas independientes, no monolítico de una fuerza que no tiene ni un tercio de los diputados de la Junta General».

Es más, Llamazares no sólo habló de los primeros niveles del Gobierno, en los que espera que se «reflejen los intereses que hemos demostrado, en particular en ámbitos como la sanidad, los servicios sociales y los recursos naturales», sino que también aludió «a los segundos escalones del Gobierno, en los que tiene que primar la profesionalidad y el servicio público», en lo que fue una velada alusión a los nombramientos de personas por su cercanía ideológica o personal.

En algunos puntos, Llamazares reclama una modificación estructural del anterior Gobierno. Entre otras, el portavoz de IU se refirió a la necesidad de «elevar el grado de la dirección general de Política Llingüística», presumiblemente como viceconsejería.

Baile de carteras

Y mientras tanto, comienzan a circular nombres. Como ya avanzó este periódico, el actual consejero de la Presidencia, Guillermo Martínez, podría asumir Infraesctructuras, consejería en la que en los segundos niveles se mantendría el actual equipo. A Dolores Carcedo, actual consejera de Hacienda, se le habría ofrecido Presidencia y la portavocía del Gobierno; a Francisco Blanco, la Consejería de Hacienda, y a la exalcaldesa de Avilés, Pilar Varela, la de Bienestar Social.

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