El emblema de la reconversión del Nalón, en venta
El edificio del pozo Venturo, con una superficie 3.652 metros cuadrados, lleva sin uso desde el año 2010
Un millón de euros era el precio que los actuales propietarios del edificio del pozo Venturo, la Sociedad de Gestión de Activos procedentes de ... la Reestructuración Bancaria (Sareb), estimaban en 2023 para su venta. De aquella, no hubo interesados. Dos años después una enorme pancarta de venta vuelve a ocupar una de sus fachadas laterales. Sale «con un precio negociable» en busca de posibles inversores.
Se trata del segundo gran edificio del concejo de San Martín del Rey Aurelio que sale a la venta sin que despierte el interés de los inversores. El otro es el antiguo restaurante El Urogallo, ubicado en las inmediaciones de la localidad de El Entrego, cuyo precio también se estimó en un millón de euros, para bajar después a la mitad y ofrecerse ahora en 220.000 euros. El complejo cerró sus puertas en 2015 cuenta con un terreno de 14.800 metros cuadrados.
La historia del antiguo del pozo Venturo es la del fracaso de la reconversión minera en el valle del Nalón. Tras una inversión de 1,8 millones provenientes de fondos mineros, se instaló la empresa Venturo XXI, una empresa dedicada a la cartografía. Se inauguró el 7 de julio de 2006, en un acto al que acudieron autoridades, responsables de la firma y trabajadores. Una plantilla joven, compuesta por dos centenares de personas, la mayoría de ellos vecinos de la comarca minera.
La empresa Venturo había comprado el edificio por 360.000 euros más IVA. Los números nunca llegaron a ser positivos y hubo que hipotecar las instalaciones hasta en tres ocasiones para lograr créditos, que sumaron casi 1,4 millones de euros. La situación parecía insalvable. La empresa presentó concurso de acreedores en abril de 2010 y, poco después, despidió a toda la plantilla. La firma cerró con una deuda de 5,1 millones de euros.
El juzgado buscó sin éxito fórmulas para reducir esta cantidad. Finalmente, la liquidación se saldó con el reparto de activos entre los acreedores. El Banco Popular se quedó con las instalaciones, que finalmente terminó ofertando a la compañía inmobiliaria Aliseda en un millón de euros.
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