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Con dos de sus nietos.

El creyente que presume de melena

Este sierense «rebelde» y apasionado que corría delante de los grises defiende que «fe y razón no están reñidas»

AZAHARA VILLACORTA

Viernes, 15 de abril 2016, 03:19

Si quiere tener un rector «rebelde», vote al 'candidato Costa', parece decir en su campaña hacia el Rectorado de la Universidad de Oviedo Agustín Costa García, catedrático de Química Analítica tan imprevisible como apasionado. De eso presume este científico nacido en Meres (Siero) en 1949, casado, padre de cuatro hijos y abuelo de otros tantos nietos que son su debilidad y la fuente de sus alegrías «y de algún que otro disgusto» cuando se olvida del laboratorio en este pueblo sierense: «Vivo donde me crié, junto a la casa de mis padres, y los fines de semana son una alegría. Sobre todo en verano, cuando los pequeños tienen vacaciones y disfrutan de los columpios que yo les construí y de la piscina. Allí nos reunimos y disfrutamos de la vida».

Lo que todavía no saben es que la intención primera del abuelo era dedicarse a la Medicina, «pero en aquella época no había la carrera en Oviedo» y así desembocó en la que finalmente se convertiría en su «gran vocación»: la Química.

Lo de la rebeldía y la vehemencia de este rectorable «outsider» que también fue el último en incorporarse a esta carrera de fondo sin relevos se le ve en el pelo: una melena blanca e indomable que es su seña de identidad «frente a la hipocresía de esta sociedad, de ese aparentar lo que uno no es, de tener que decir las cosas políticamente correctas. En suma: de la falsedad que tanto nos perjudica».

Y para ser falso, no cuenten con Agustín Costa, que se ha mantenido inflexible en la longitud del cabello a lo largo de los años y que, en esa batalla, presume también de no haber ostentado cargos de gestión pero de un gran prestigio como investigador y docente, de ser un universitario de base ajeno a los grandes 'lobbies' que dirigen los designios de la institución: «Ahora puede que no tenga ninguna trascendencia, pero en los sesenta te insultaban, de alguna manera te vejaban, por llevar este pelo, así que con él quiero expresar mi forma de ver la vida, que pasa, necesariamente, por el compromiso y por una enorme independencia. Por buscar lo correcto, la verdad, la amistad, la libertad».

Lo del compromiso comenzó a manifestarse desde joven, en aquellos tiempos en los que combinaba las clases con los días en los que 'piraba' para dedicarse a las partidas de tute -nunca fue un estudiante excesivamente brillante- y en los que, «yendo de romería en romería», conoció a la que luego se convertiría en su mujer.

«Me tocó vivir una experiencia bonita, que fue asistir al momento histórico de la muerte de Francisco Franco Bahamonde y correr delante de los grises, porque las protestas estudiantiles eran una forma de sentirse ciudadano», cuenta. Manifestaciones, asegura, que, aunque pertenecen a su pasado, han contribuido a hacerle la persona que es hoy.

«En una situación comprometida, me sitúo con los compañeros, con la gente que sufre. Mi ideología es solidarizarme con los que peor lo están pasando», rubrica el mayor de cinco hermanos que también lleva a gala ser «católico practicante». Así que, cuando se le pregunta si la fe y la razón colisionan, ofrece una respuesta contundente: «Hay toda una encíclica de un Papa estupendo al respecto que mucha gente debería leerse. No tienen ninguna oposición entre sí, sino todo lo contrario».

«Soy el aguador de Wenceslao»

Con idéntica fe inquebrantable, Costa -que, como muchos de los vecinos de Meres, siente una devoción especial por la Virgen de la Cabeza- está convencido de que «tiene todas las papeletas» para imponerse sobre sus tres rivales el próximo día 21: «Puedo ganar porque tengo detrás de mí la excelencia de la Universidad. No quiero fijarme en familias ni en amiguismos. Si no, no me presentaría. Y, de hecho, en mi equipo figuran personas de una gran honestidad y de una claridad de ideas fuera de lo normal. Somos un grupo de excelencia que de verdad puede cambiar la calidad de la docencia y la investigación». Un equipo cuyos miembros ya se conocen después de que decidiese romper con una tradición muy arraigada en la Universidad de Oviedo: la de no desvelar los nombres de los vicerrectores, del secretario o del gerente que se tienen en mente hasta que se celebren las elecciones. Él sí lo hizo.

Porque, si otros están convencidos de que ser tan claros puede restarles apoyos en vez de sumar, Costa lo ve como un ejercicio de la transparencia que quiere que presida toda su gestión: «Soy un hombre hecho a mí mismo y con criterios propios».

Y la prueba de que nunca se ha puesto límites este químico que practicaba windsurf y que ahora se ha pasado al senderismo «porque hay que envejecer con dignidad», apuntan los suyos, es un currículum con un 'post-doc' en Exeter (Inglaterra) y varias estancias en Cork (Irlanda). O los cinco sexenios y seis quinquenios de investigación y sus cuatro 'spin offs', (DropSens, Micrux Fluidic, HealthSens y Nanovex Biotechnologies), que lo colocan como un investigador que ha hecho de la transferencia del conocimiento y del emprendimiento que generan riqueza sus sellos personales. Cuatro empresas de las que habla con ardor, en las que trabajan 30 personas, que exportan sus productos a más de 50 países y que lo pueden conducir al bastón de mando junto con su grupo de investigación pluridisciplinar conformado por cerca de 40 personas.

«¿Por qué te metes en estos follones si ya tienes esas cuatro empresas que se están comiendo el mundo? ¿Estás loco?», le preguntaron su mujer y sus cuatro hijos (uno es cocinero, otra profesora de flauta travesera, el tercero topógrafo y la cuarta educadora social) cuando les comunicó su decisión de presentarse. Porque ahí se termina su independencia: «La familia es uno de los pilares de mi vida y creo en el principio de autoridad, así que, si ellos me hubiesen dicho que creían que no debía presentarme, no lo hubiese hecho».

Vicente Gotor fue el siguiente en saberlo. «Sé distinguir muy bien entre la persona y el personaje y quien no sepa hacerlo tiene un problema. Con Gotor siempre me he llevado bien y, aunque hayamos tenido discrepancias de gestión, siempre me iré a tomar con él un café o un vino».

De aquel encuentro solo desvela este hombre que también es fiel a los Beatles y Unamuno -a cuyas obras completas regresa para relajarse- que Gotor le respondió con «unas palabras muy bonitas. Aunque creo que no debo utilizarlas en mi favor». Y tampoco piensa utilizar que lleva «33 años siendo el aguador de Wenceslao López», a la sazón alcalde de Oviedo y su vecino: «Vive a 300 metros y yo le suministro el agua a su casa a través de una asociación sin ánimo de lucro que se creó en tiempos de mi padre. Ahora, gracias a ella, en el pueblo consumimos agua de unas calidades exageradamente buenas que extraigo a 72 metros de profundidad».

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