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Rosa Álvarez, agricultora y ganadera en su finca de Alava (Salas). E. C.

«Sembramos para vivir, para nosotros. No pueden criar jabalíes a nuestra costa»

Agricultores y ganaderos claman por un control de la desbordante población de suidos, ante la falta de batidas y «la protección de la fauna salvaje»

ÁNGELA RODRÍGUEZ

SALAS.

Martes, 28 de junio 2022, 03:23

Ganarse la vida en los pueblos sigue siendo para muchos toda una odisea. «Y si no, que se lo pregunten a los agricultores y ganaderos asturianos» que, aun siendo moradores por antonomasia de las aldeas, luchan cada día por subsistir en su entorno natural. Unas patentes dificultades las que atraviesa el sector primario en el marco de la crisis socioeconómica actual, -con el incremento en el precio del combustible y el forraje, entre otras cosas-, a las que se suman los daños causados por la fauna salvaje en las ganaderías y cosechas.

Y es que, además del lobo, el jabalí es, actualmente, uno de los principales «enemigos» de los agricultores asturianos, que claman por un control de la «desbordante población» de suidos a la que ya no pueden hacer frente «ni con pastor». «Es un destrozo. Arrasan el forraje, que luego ya no se puede ensilar. Y de los cultivos olvídate, ya donde cuesta sembrar. En el maíz, por ejemplo, de un día para otro aparecen riegos enteros con el grano fuera», clama Fernando Marrón, coordinador regional de Usaga.

Ante un «problema real» que afecta ya a gran parte del territorio asturiano, el sindicato solicitó formalmente a la Consejería de Medio Rural y Cohesión Territorial la autorización de aguardos de jabalíes. Unos controles poblaciones «indispensables» para agricultores de zonas como Salas, donde «entre Alava y Bárcena se avistan, actualmente, más de cuarenta ejemplares todos los días».

«Estamos perdiendo nuestro dinero y tiempo. ¿Cómo va a venir a vivir la gente a pueblo? Se tienen que tomar medidas»«Hay un desequilibrio total en la naturaleza. Y eso es lo que pasa cuando se pretende controlarla desde las ciudades»

«El año pasado no se cazó y se nota. Ahora las hembras paren dos veces al año, unas 6 o 7 crías tranquilamente. Y aquí no hay depredadores, además de ser una zona con frutales que es maravillosa para los jabalíes. Es imposible trabajar así, te pasas el día mirando por la ventana a ver si entran. Aquí mismo, al lado de mi casa planté tomates y pimientos, y tuve suerte que solo me arrancó seis plantas. Pero ya me destrozaron dos parcelas de raigrás, doblando las varillas de hierro. Y aun sigo con los daños desde diciembre sin cobrar» relata Rosa Álvarez, ganadera de Salas, en el preciso momento que divisa una madre con sus crías.

«No puedes ni segar algunas zonas, porque huelen a gocho y las vacas no lo quieren. Sembramos para vivir, porque lo necesitamos nosotros, no para criar jabalíes. Estamos perdiendo nuestro dinero y nuestro tiempo. ¿Cómo va a venir gente para los pueblos si no se puede vivir aquí? La Administración tiene que tomar medidas. El metro de maíz sembrado se paga a 0,60 euros en daños y el de raigrás, a 0,15 euros. Es inasumible», añade Álvarez, invitando al consejero a «vivir solo cinco días» en su zona salense.

Desde Viesques a la misma entrada del jardín del archivo de Indianos en Colombres, pasando por el entorno de la Plaza de Toros de Gijón y su extrarradio, los jabalíes «campan a sus anchas» a impresión de muchos, que temen también los accidentes de tráfico. «Hay un desequilibrio total en la naturaleza. Y eso es lo que pasa cuando se pretende controlarla desde la ciudad» asevera Marrón.

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