Asturias se moviliza por una ley contundente contra el acoso escolar: «Causa un gran destrozo emocional y muchas veces mata»

«Mi mundo se vino abajo el pasado octubre, cuando mi hermana menor Daniela se quitó la vida por las secuelas que el acoso escolar dejó en ella». Así comienza la carta que explica la razón de ser de la concentración silenciosa convocada el próximo 28 de abril, a las 12 horas, frente a la Consejería de Educación, en la Plaza de España. Un acto reivindicativo que persigue la aprobación de una ley estatal de acoso escolar, propósito que se han marcado la madre y hermana de Daniela para evitar que su tragedia se repita: «Nadie debería pasar por esto. Nadie debería ir con miedo a clase».

Con esta convocatoria, respaldada por Trencats –la Asociación contra las Violencias en las Escuelas– y AEPAE –la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar–, se pretende dar mayor visibilidad a un problema que, a día de hoy, casi nunca encuentra solución en los protocolos establecidos por la Administración. Es lo que ocurrió con Daniela y lo que ocurre con la inmensa mayoría de los niños y adolescentes que sufren acoso escolar.

«Cuando vas a un centro a pedir ayuda, muchas veces lo que recibes es un 'son cosas de niños', 'ya se les pasará' o 'esos niños lo hacen porque también tienen problemas'. Pero ni se activan los protocolos de la manera que deberían ni se presta a las víctimas asistencia psicológica inmediata», denuncia la familia de esta joven de Oviedo, que nunca pudo recuperarse del sufrimiento emocional que su exnovio y varios compañeros de clase le causaron durante más de un año.

Mientras «algunos equipos directivos son reacios a abrir los protocolos necesarios porque creen que se daña la imagen de su centro docente», las víctimas de acoso «se van apagando lentamente, se aislan y pueden llegar a desarrollar depresión y ansiedad». Por eso, «pedimos una ley estatal que ampare al menor y a su familia» y que contemple, entre otras cuestiones, el delito de acoso escolar. Una petición que ha sido trasladada al Congreso de los Diputados y que la madre y hermana de Daniela han convertido en su caballo de batalla.

«El bullying deja secuelas; causa un gran destrozo emocional y físico; y lamentablemente muchas veces mata. A Daniela, que era una chica maravillosa, la mató», remarca la hermana de esta adolescente asturiana, que decidía sucidarse el pasado mes de octubre con tan sólo 16 años. «Para que nadie más pierda a su otra mitad sin poder hacer nada para evitarlo, como me ocurrió a mi, os pido que acudáis a esta concentración», prosigue en la carta con la que pretende remover conciencias.

La convocatoria ya llega tarde para Daniela, pero «aún estamos a tiempo de ayudar a los que sufren acoso escolar ahora o podrían sufrirlo en un futuro», de ahí su empèño en una legislación específica que regule el bullying a nivel nacional y con la contundencia precisa. En el caso de Daniela, fue necesario que ella y su madre solicitasen una orden de alejamiento para que su exnovio –condenado por el Juzgado de Menores de Oviedo por un delito de acoso y amenaza continuada– fuera trasladado de instituto. En el centro educativo permanecieron, sin embargo, los compañeros que contribuyeron al deterioro psicológico y aislamiento de la chica. A ellos ni se les abrió protocolo ni se les impuso ninguna sanción, a pesar de las humillaciones y atrocidades a las que sometían a Daniela.

Quienes el 28 de abril se sumen a la movilización convocada frente a la Consejería de Educación están llamados a llevar una flor de color blanco como símbolo de «la infancia y la juventud que pierden las víctimas de acoso escolar». Está previsto que a la concentración se sumen familias procedentes de otras comunidades autónomas, que también han vivido en primera persona las dramáticas consecuencias del acoso escolar. Coinciden en que ésta debe ser una cuestión de Estado: «Que no exista un protocolo por cada comunidad autónoma, como ocurre ahora, sino una ley que regule el bullyng a nivel nacional. Nadie está libre de que el acoso entre en su casa y entre todos debemos evitar que se convierta en un drama para quien lo sufre y para su entorno».

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