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Madera para bancos, lonas para piscinas, neveras... el trabajo de reciclaje en el prau Salcéu tras el Xiringüelu
Decenas de personas desmontan casetas y rescatan el material reciclable entre las toneladas de basura que deja la gran romería de Pravia
Hubo un año que Manuel Antonio López, artesano de Piedras Blancas, rescató los tablones de madera de roble que una de las peñas del Xiringüelu había empleado para levantar su caseta y pudo hacer con ellos un carruaje, uno más para engrosar su colección. Durante 17 años salió en los desfiles de El Bollo en Avilés y es habitual que el día después de la multitudinaria fiesta praviana vaya a echar un ojo y a coger algo de madera. «Vengo a buscar madera vieja para hacer los caballetes para las sillas y también para tallar, pero yo busco madera vieja para hacer cosas viejas y restaurar y, en general, y la mayoría de lo que hay aquí es madera muy 'ruina' para lo que yo quiero». Por eso en apenas dos horas ventiló la operación.
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Manuel Antonio fue una de las decenas de personas que esta mañana, en furgonetas y vehículos con remolque, han rastreado el prau Salcéu en busca de ese material con el que las peñas construyen sus casetas, pero del que luego se desentienden y al que muchas personas le pueden dar una segunda vida. Por ejemplo, Emilio, un praviano que no es habitual en estas labores, cuando daba su paseo matinal al ver el prao lleno de restos de las casetas, principalmente madera y lonas, se acordó de lo bien que le vendría colocar uno de esos plásticos azules extensos bajo las piscinas que tiene en su finca para que los nietos se bañen. Así que, navaja en mano, arrancó por un lado y por otro y se marchó con ellos.
Más preparados han ido José y Pedro, de hecho hasta alquilaron una furgoneta para portar toda la madera que estaban cogiendo con la idea de hacer algunos bancos y otros enseres para la cabaña que tienen en una finca cercana. «Hace unos años venía a la fiesta y ahora aquí estoy», se reía Pedro en un pequeño alto en el trabajo. Los dos ponían el acento en la reutilización del material y su contribución al reciclaje. «Esto debería estar pagado», defendía José.
Totalmente novel en la materia, María, de Peñaullán, se mostraba sorprendida ante todo el material dejado en el prao. A ella solo le interesaban unas lonas y una varas de bambú (o similar) para colocar unas mallas en su finca. «Tenemos un huerto y hemos venido a por lonas para hacer la separación con el del vecino porque el año pasado las compramos, pero se deterioran, y cuestan lo suyo. Hemos preguntado y nos han dicho que no hay problema en coger lo que quede por aquí», explicaba mientras se sorprendía de algunos materiales a los que era muy fácil dar una segunda vida.
La familia Montoya, con Mario y Antonio como portavoces, estaban recogiendo su material. Ellos alquilan a las peñas unos arcones frigoríficos que no funcionan como tal pero sí logran mantener el frío si se mete hielo en el interior y esta mañana han ido a por ellos en su camioneta para volver a ofrecerlos en alquiler otro año. Un negocio redondo.
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Mientras, en el zona del bar y del puesto de bocadillos, el personal de limpieza contratado por la Cofradía del Xiringüelu se afana en retirar las toneladas de basura dejadas por los romeros. Miles de bolsas de plástico, botellas de cristal y todo tipo de residuos alfombraban el suelo. Un trabajo lento y arduo que se estima que pueda estar finalizado para final de semana, para cuando el Xiringüelu de 2025 sea ya un recuerdo.
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