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«A veces recibimos una llamada del exterior. Es una mujer que dice que su agresor, que está en prisión, la está acosando por teléfono. ... Porque hay presos por violencia de género que llaman desde la cárcel de Asturias a su víctima». Así lo aseguran fuentes de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP), ente integrado en UGT.
Las mismas que confirman que, tal y como adelantó EL COMERCIO, el nuevo perfil de internos en el Centro Penitenciario de Asturias «es un hombre condenado por violencia de género». En estos momentos, de las 980 personas que están en la prisión regional, 80 son mujeres y 293 son hombres condenados por agredir a sus parejas o ex.
«Son los casos que más llegan, pero también es cierto que son los que tienen sentencias más cortas, algunos de seis meses, con lo que no llegan a participar en los programas de inserción».
Unos programas, recuerdan, que «son voluntarios, nadie les puede obligar a participar en ellos» y que los internos llevan a cabo «porque con ellos logran beneficios penitenciarios, como permiso para salir u otras mejoras».
De ahí, quizá, que desde la propia prisión el condenado siga obsesionado con la persona a la que maltrató hasta que fue detenido. «Cuelan móviles muy pequeños. Del tamaño de un dedo y sin apenas nada de metal. Solo en 2024 requisamos 120, pero desde 2020 llegamos a 470», explican desde ACAIP-UGT.
Que les atrapen con un móvil «o con un objeto prohibido, como puede ser un arma» no supone un incremento de la pena. «Es una falta administrativa. Se le puede incomunicar o limitar la salida al patio, pero no influye en su tiempo de condena», aclaran.
Preocupa, y mucho, a los funcionarios de prisiones este tipo de faltas que les obligan a multiplicar los controles. «Desde ACAIP-UGT, queremos poner en valor el esfuerzo y compromiso de los empleados públicos penitenciarios que, a pesar de los medios limitados y la creciente sofisticación en la introducción, continúan trabajando intensamente para frenar este contrabando».
Recuerdan que «muchos de estos dispositivos son utilizados por internos especialmente peligrosos, como condenados por delitos de terrorismo, violencia de género o pertenecientes a bandas organizadas, cuyas comunicaciones están restringidas por motivos legales o de seguridad. El acceso a estos teléfonos no solo les permite continuar con su actividad delictiva, sino que también genera conflictos internos, deudas entre presos y episodios de violencia relacionados con su control y tenencia».
Respecto al comportamiento del nuevo perfil de preso, los profesionales de ACAIP-UGT tienen claro que «muchos llegan por violencia de género, pero también tienen otras conductas delictivas, como tráfico de drogas», Los que entran en prisión como autores de violencia de género, que no implique muerte o heridas graves, «tienen condenas cortas o, muchos, llegan ya en tercer grado. Solo acuden a dormir en el Centro de Inserción Social (CIS)».
¿Algún denominador común? «Ninguno, aunque sí es cierto que estamos viendo que llegan muchas personas jóvenes». Y también han detectado el agresor persistente. «Tenemos internos que ya han cumplido condena por maltratar hasta cinco mujeres diferentes».
No solo tiene claro que el incremento de presos por violencia de género se debe «al endurecimiento del Código Penal», tal y como ayer adelantó EL COMERCIO. El decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo, Javier Fernández Teruelo, también pone el acento en la sociedad. «No hemos llegado a la tolerancia cero, pero la sociedad es muchísimo menos tolerante con estas conductas que antes».
Es el uno de los mayores de expertos en la materia, puesto que con su libro 'Análisis de los feminicidios de género en España. 2000-2015' hizo saltar las costuras del Sistema de Seguimiento y Control de los casos de Violencia de Género. El conocido como VioGen sufrió su primera gran reforma tras la publicación de su informe, en el que evidenciaba que el VioGen tenía muchas zonas grises que ponían en peligro a las víctimas de maltrato.
Preguntas como si el maltratador bebía, estaba deprimido o estaba en el paro solo servían para suavizar la raíz del problema, que es la necesidad de control total del agresor hacia su víctima.
Tras sucesivas reformas, el VioGen tiene ahora otros parámetros, lo que ha hecho que sean más las mujeres que cuenten con su caso activo dentro del sistema. En los últimos años, en Asturias se han sumado cien nuevos casos cada año, hasta llegar, de acuerdo a la última cifra publicada, la de marzo pasado, a 1.179 mujeres con protección policial. Hace doce años, cuando la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género comenzó su estadísticas, eran 314.
Fernández Teruelo cree que «que muchos casos nunca llevarán a la vía penal. No habrá ni pena grave, ni leve ni ninguna para esos agresores».
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