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CHELO TUYA
GIJÓN.
Sábado, 6 de febrero 2021, 01:07
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El jueves pasado, la covid se llevó en Asturias la vida de diez personas. Tres mujeres, de entre 91 y 98 años, y siete hombres, de entre 71 y 89 años. Diez historias de vida escondidas en una fría estadística. Algo contra lo que la familia de uno de ellos se rebela.
«El jueves 4 de febrero, Eduardo Marbán murió a los 79 años, tras 75 días ingresado en la UCI de la quinta planta del Hospital de Cabueñes. No era un número más, era un hombre generoso, con un gran sentido del humor, que amaba tiernamente a los suyos; un maestro en el arte de disfrutar de la vida que permanecerá por siempre en nuestros recuerdos, nuestros rezos y nuestros corazones».
Así comienza la carta con la que la escritora y periodista asturiana Melisa Tuya ha querido despedirse de su tío, el gijonés Eduardo Marbán.
Como ella misma narra, este ingeniero industrial jubilado, tras desarrollar su labor en Azma y Essilor, que en su juventud fue destacado atleta y que hace tres años celebró en la iglesia de Deva sus bodas de oro con Begoña Loché, falleció el jueves en el Hospital de Cabueñes tras 75 días ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos debido a la covid. Un centro el hospital gijonés al que la familia quiere realizar un reconocimiento especial.
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«Por favor, no desfallezcáis en vuestra dura e imprescindible labor. Aunque a veces sintáis que estáis intentando la titánica tarea de tapar el sol con una mano, sois los que estáis marcando la diferencia. Os necesitamos».
Lo escribe Melisa Tuya porque, asegura, «todos los que queríamos a Eduardo, que éramos muchos, especialmente su mujer, Begoña Loché, y sus hijas Esperanza y Raquel, queremos expresar nuestro profundo agradecimiento a todo el personal sociosanitario».
Y no lo dice por decir, asegura que todos los que han estado a cargo de su tío «han velado por su bienestar durante los dos meses y medio que ha estado ingresado. Han sido muchas las personas nos han estado informando y han procurado por todos los medios que se sobrepusiera a la covid».
Pero no pudo ser. Pese a los esfuerzos, el aliento de la familia y los cuidados de los profesionales, Eduardo Marbán volvió a ser el atleta de los años mozos y decidió que su carrera había llegado a la meta. Enterrado en el cementerio de Cabueñes, su recuerdo sigue vivo en su casa del Alto del Infanzón, donde su familia llora la pérdida « de un ejemplo sin igual de hombre luchador, recto, inteligente y cariñoso».
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Una familia que no dudó en «apelar a la responsabilidad individual de todos y cada uno de los integrantes de esta sociedad». Como explicó su sobrina, «podremos detener el ingente dolor que causa este virus a diario, solo si todos actuamos unidos». Porque nadie es solo un número.
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