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gloria pomarada
Domingo, 27 de septiembre 2020, 02:31
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Ni cencerros, ni cercados a base de electricidad, ni silbidos para atraer a los animales. El manejo ganadero del futuro pasa por una digitalización que tendrá en montes de utilidad pública de Parres su laboratorio. Proyecto Roble está al frente de la iniciativa, que este otoño vivirá uno de sus momentos determinantes: abrir una parte del cercado donde pastan una docena de ovejas en la cuesta de Bode.
El cierre, hasta ahora físico, será sustituido progresivamente por collares con GPS que aportarán las coordenadas de las reses, de modo que, de salirse del espacio acotado, recibirán aviso. «La tendencia es que los cierres no existan, poder tener al rebaño confinado y protegido virtualmente», explica Iñaki Aranzeta, director de Proyecto Roble, que trabaja en esta experiencia junto a la coordinadora Lidia Fanjul. La intención pasa además por incorporar acelerómetros y, en base a todos los datos, «crear patrones de movimiento» para detectar situaciones inusuales, como escapes, robos o ataques de la fauna salvaje.
A su vez, las ovejas contarán con «estímulos» para no abandonar el perímetro virtual. En un grupo operativo de Aragón, cuenta Aranzeta, trabajan ya en esa senda, si bien Proyecto Roble ha optado por emplear estímulos positivos en lugar de negativos. «En vez de palo, zanahoria», resume el director. La 'zanahoria' será alimento, dosificado de forma específica para cada una de las reses en un comedero. Cada ciertas horas, el sistema reclama al animal y, una vez cerca de la instalación, detecta su presencia y libera la comida.
Las herramientas tecnológicas han sido desarrolladas por los miembros del proyecto empleando software y hardware libres, por lo que extender el sistema podría suponer aún «uno o dos años con los medios que tenemos. Si entraran más actores expertos se podrían acelerar», indica.
Con este salto tecnológico, Proyecto Roble pretende seguir ahondando en su lucha contra el fuego manteniendo el monte libre de matorral. «La idea es que los animales hagan el trabajo de desbroce continuo», apunta. Señala además que la vocación no es solo la de tener ovejas «bomberas», sino «jardineras». «También crean mejores condiciones en el suelo», precisa.
Por el momento, el proyecto cuenta con una treintena de reses, todas ellas ovejas, distribuidas en dos zonas del monte. Aranzeta reconoce, no obstante, que la labor para integrar a más ganaderos resulta ardua. La clave del éxito, indica, no reside tanto en cantidad de animales como en mantener la reciella en el monte ejerciendo una «presión continua». «Hay zonas donde se ha perdido el suelo, donde hace treinta años había rebaños ahora quedan pocos», evidencia. En su caso, insiste, el fin «no es hacer volumen, sino buscar soluciones que se puedan replicar en el resto de la región». Para ello confían en contar con el apoyo de la administración, especialmente a la hora de «facilitar los trámites». Agradece en ese sentido el «esfuerzo» del Ayuntamiento de Parres.
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