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Adela Fernández, en Viveros Candamo, la empresa que regenta en Santoseso, con numerosos plantones como los que viajaron a Kirguistán pardo
El manzano astur reconquista su paraíso original

El manzano astur reconquista su paraíso original

Una empresa importa 2.000 frutales asturianos para la elaboración de sidra en Kirguistán. El sector de las 'ciders' crece en el mundo con la vista puesta en Asturias

Ana Segura

Gijón

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Domingo, 2 de mayo 2021, 00:20

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2.000 manzanos asturianos crecen en Kirguistán. Los ecos de la excelencia de los frutales de la tierrina llegaron a las remotas tierras asiáticas y el pasado diciembre los esquejes emprendieron un exitoso viaje por carretera hasta la cuna del árbol frutal que hizo pecar a Adán y Eva. De Candamo a Bishkek.

Las lejanas montañas de Tian Shan, cordillera que emerge rotunda entre la frontera del país con China, fueron cuna del primer manzano cultivado, hijo del 'malus sieversii', un manzano silvestre que aún crece en aquellos montes. Este árbol frutal es común en esta nación, que formó parte de la URSS, en donde también elaboran sidra. Asturias y Kirguistán comparten, desde coordenadas remotas, su pasión por la manzana, que significativamente en kirguí se denomina 'alma', y por la sidra.

Las redes sociales pusieron en contacto a un empresario kirguí con Viveros Candamo, firma asturiana especializada en la manzana de sidra. En 2019, el emprendedor asiático visitó Asturias, acompañado de un intérprete ruso. Le atendió, sorprendida, Adela Fernández, y le explicó las particularidades de las variedades disponibles: raxao, regona, durona, verdialona, de la riega y xuanina.

Los plantones de manzano asturiano, en un campo kirghí
Los plantones de manzano asturiano, en un campo kirghí E.C.

Se llevó de vuelta, al otro lado del mapa, cincuenta árboles de cada variedad, con el fin de plantarlas y ver cómo evolucionaban. La propietaria pensó que la venta se quedaría en anécdota, pero la siguiente llamada que recibió del comprador fue, si cabe, más sorprendente.

Los árboles se habían adaptado al terreno excelentemente y las manzanas eran justo lo que buscaban para elaborar una sidra kirguí con alma asturiana. Encargaron 2.000 frutales y Fernández comenzó el enrevesado proceso burocrático para conseguir que los plantones llegaran hasta Kirguistán, un mes de papeleos con un final feliz, porque los manzanos ya han sido plantados.

Los árboles viajaron desnudos, sin una gota de tierra para evitar la entrada de microorganismos en un país extranjero, cuestión regulada y con muchas limitaciones. El momento de envío fue crucial, puesto que entre diciembre y enero la savia de los árboles está «más parada», lo que hace posible el farragoso viaje: quince días encerrados en un camión.

«No sabemos lo que tenemos», comenta Adela Fernández respecto a la calidad de las manzanas asturianas. Ella lleva cerca de 35 años dedicada a la venta de plantones. Los frutos de nuestra tierra son ricos en matices, con variedades, con sabores muy marcados que envidian otras regiones. Ácidas, dulces y también muy amargas, un valor al alza.

El mundo mira hacia Asturias

Desde la finca de Santoseso los árboles viajan a Portugal, Francia y muchos otros destinos. Este último año tres empresas estadounidenses han contactado con el vivero candamino, al calor de la expansión de las 'ciders', cuya cuota de mercado ha crecido muy intensamente, en una tendencia que continúa al alza, pandemias aparte. La normativa estadounidense limita la importación de material vegetal extranjero, por lo que no fue posible atender los encargos de EE UU. La moraleja, sin embargo, es clara.

El mundo mira hacia Asturias a la hora de conseguir manzanos de calidad, mientras aquí casi se desdeña el fruto. El vivero se hinchó este año a vender cerezos, ciruelos, perales, melocotoneros... como consecuencia de la pandemia y del regreso al campo de muchas familias. Sin embargo, las nuevas plantaciones de manzano de sidra escasean, un problema vinculado a la rentabilidad y al bajo precio de venta de la sidra asturiana. Tirar por la DOP es, a juicio de Fernández, fundamental para poner en valor un recurso que desde el exterior ansían. Eso pasa, en parte, por liberalizar el precio de la botella de sidra, en función de su mayor o menor calidad, en lugar de vender a un mismo precio, siempre bajo, sidras de diversas calidades, como ocurre en Asturias. Los llagares son importantes. También, por supuesto, la hostelería, pero a veces conviene recordar el valor del campo y de la tierra, convertido en el eslabón más débil de la cadena que culmina cuando el cliente consume la sidra.

La innovación que vendrá

El próximo año llegarán nuevas y a priori mejores variedades de manzana asturianas al vivero, fruto del trabajo del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) dentro del programa de mejora del manzano de sidra. Contribuirán a acabar con la vecería, la lacra que acompaña al sector y que provoca la alternancia entre un año bueno, de gran producción, con otro de escasez.

Los frutales serán más fuertes, a priori más productivos y favorecerán el desarrollo de sidras monovarietales, una tendencia al alza. La propietaria del vivero tiene depositadas en ellas «grandes esperanzas». Ya ha cerrado la incorporación de perurico precoz, perurico, raxarega, raxina amarga, raxina marelo y cladurina amargoácida.

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