La izquierda cumple 25 años huérfana de 'El Paisano', «un hombre insustituible»

Ayer se cumplieron 25 años de una pérdida que aún se llora. Lo hace Gerardo Iglesias, primer coordinador general de IU. «Es que fue mi padre político y algo más», justifica. «Le pude conocer en circunstancias muy diferentes; juntos trabajamos en la clandestinidad, estuvimos en la cárcel y en democracia hicimos vida en libertad. Lo más claro y seguro que puedo decir es que era una persona con un humanismo único».

Nacido en 1911 en Pesa de Pría (Llanes), en una casa con doce hermanos, fue a la escuela y trabajó en la cantina de 'El vasco' y de botones. Quería ser veterinario, pero, al no poder ir a León, estudió por libre en la Escuela de Magisterio de Oviedo. Un año antes de la guerra civil ingresó en la UGT y el PSOE, pero a los meses pasó al PCE, al que consagraría su existencia. Dirigía una colonia del Orfanato Minero en Pola de Gordón cuando empezaron las balas a silbar. Se enroló en las milicias republicanas, combatiendo en el frente de La Felguera y llegando a jefe de artillería. Tras la contienda, buscó refugio en los montes de Peñamayor, Covadonga y Cabrales, pero cae cuando trataba de huir a Francia.

Dio con sus huesos en El Coto, junto a otros 800 condenados a muerte. Se salvó porque, «cuando fueron con la lista de los que iban a fusilar, nombraron su segundo apellido mal», recuerda Iglesias. En 1943 sale de la cárcel y se incorpora a la organización clandestina del partido. Dos años después vuelven a detenerlo y en el interrogatorio le rompen el maxilar inferior y le producen lesiones renales y pulmonares, dolencias que acabarán afectándole toda la vida.

Salir vuele a ser sinónimo de organizar la clandestinidad. Gerardo tenía quince años y acababa de entrar a trabajar en el Pozo Fondón cuando le invitan a entrar en el PCE. «Me pusieron en contacto con Horacio, que me dedicó a repartir paquetes de propaganda y organizar grupos de gente afín». La alianza les llevará a viajar con pasaportes falsificados, compartir cárcel, dirigencia.

La democracia le hará diputado en el Congreso. «Se recorrió Asturias entera, algo que no muchos políticos hacen hoy. Nuestros militantes agradecían eso, ver que compartía sus problemas», evoca la exconsejera Laura González. «Sin menospreciar a nadie, compañeros como Horacio nacen solo una vez, es insustituible», comenta. En la política de hoy extraña «su espíritu de concordia, ese ver a los demás como adversarios, no enemigos».

«Era una persona que humanizaba la política, alejándola del insulto y la descalificación; hoy sería todo un referente viendo lo que vemos», abunda Aurelio Martín, concejal de Medio Ambiente de Gijón. El edil acudió ayer puntual a presentar sus respetos ante la lápida de 'El Paisano', en el cementerio de Ceares.

La organización acostumbra a reunirse en su recuerdo cada año pero esta vez la covid redujo la comitiva a media docena de militantes. Bajo la lluvia y guardando las distancias, volvieron a buscar en él una figura que «representa honestidad, claridad, lucha, trasparencia y todo aquello que la clase obrera demandó y necesitamos seguir reivindicando», en palabras del coordinador local de IU, Faustino Sabio.