El juego de la oficialidad del asturiano, un arma de doble filo para la izquierda
La reforma con la que Barbón quiso poner a prueba el compromiso de Queipo con la llingua genera frustración entre los que defienden la medida e irritado a los críticos
La propuesta de reforma del Estatuto de Autonomía anunciada por el presidente Adrián Barbón para caminar hacia la oficialidad del asturiano se debatirá en la ... Junta General más pronto que tarde a sabiendas, todas las partes, de que no saldrá adelante. Una reforma de tal calibre requiere de una mayoría reforzada –tres cuartas partes de la Cámara asturiana, 27 votos– que hoy por hoy parece inviable después de que el Partido Popular manifestara alto y claro que no respaldará tal medida.
Aún así, los grupos parlamentarios del PSOE, IU-Convocatoria por Asturias y la diputada del Grupo Mixto Covadonga Tomé no quieren renunciar a intentarlo y han registrado la propuesta de reforma del Estatuto para dotar a la llingua asturiana y al eonaviego del mismo estatus que el castellano. Suman sólo 23 votos y representan la mayoría absoluta –pero no reforzada– de la Cámara, por lo que entienden, y así lo trasladó recientemente el propio presidente del Principado, que el simple hecho de que reciba el visto bueno de la mayoría parlamentaria supondrá un hito histórico –aunque sin efecto legislativo alguno– que justifica su tramitación.
Las fuerzas de la izquierda instan al PP a recapacitar sobre su postura y ponen el foco en el presidente del principal partido de la oposición, Álvaro Queipo, quien ha mostrado más sensibilidad con la llingua que sus antecesoras en el cargo y es falante habitual, para que fuerce en sus filas un cambio de postura. Queipo no sólo ha rechazado una y otra vez tal posibilidad sino que ha criticado el uso de la llingua por parte de la izquierda como «arma arrojadiza» para alimentar la «crispación» y generar «división» entre la sociedad asturiana.
El voto de Foro, que resultaba imprescindible en la negociación llevada a cabo en la pasada legislatura junto a PSOE, IU y Podemos, pero que también resultó ser fallida y que ni siquiera llegó a debatirse en la Junta, ahora es irrelevante. Su portavoz, Adrián Pumares, no ha avanzado el sentido del mismo, pero critica igual que lo hace el PP la reforma lanzada ahora por las fuerzas de la izquierda como una «teatralización de la política». La postura de Vox es cristalina al respecto y no sólo se opone a la oficialidad sino también a la actual ley de uso y a cualquier inversión que se realice en favor de su promoción o conservación.
Ahora bien, con todas las cartas sobre la mesa y sabiendo de antemano que se trata de la crónica de una muerte anunciada, lo que resta por analizar son las consecuencias políticas de esta reforma fallida. La iniciativa impulsada por el propio Adrián Barbón, quien recogió el guante que le lanzó coincidiendo con el Día de les Lletres el presidente de la Academia de la Llingua, Xosé Antón González Riaño, se interpretó en aquel momento como un pulso al presidente del PP. «Vimos una oportunidad con el nuevo PP», llegó a decir Barbón. Queipo había realizado varios guiños al uso y promoción de la llingua y fue el primer líder de su partido que se reunió oficialmente con el presidente de la Llingua, si bien al término de aquel encuentro cordial manifestara su rechazo a la obligatoriedad y por lo tanto a la oficialidad. El mismo mensaje que trasladó un día después de que Barbón anunciara su intención de llevar a cabo tal reforma, sin ni siquiera esperar a conocer la propuesta al detalle.
Pese a ello, el líder socialista siguió poniendo a prueba el compromiso del presidente del PP con la llingua en un claro intento de desestabilizar al partido al acusar a Queipo de «coquetear con el asturiano» para «tratar de quedar bien con todo el mundo», advirtiendo incluso de una polémica interna dentro de las filas populares por su «ambigüedad» y augurando que finalmente el grupo parlamentario del PP se abstendrá en la votación.
«Querer enredar»
Sin embargo, y así lo ven incluso fuentes socialistas, el tiempo parece haber dado la vuelta al marcador y mientras el PP parece cómodo con su postura contraria a la oficialidad y acusa a Barbón de «querer enredar», el PSOE presentará y defenderá una reforma que nace fracasa. Una iniciativa que vuelve a frustrar las expectativas de quienes llevan años reclamando la oficialidad del asturiano, que irrita a quienes la rechazan y que implica un uso de tiempo y recursos que deja de utilizarse en otras iniciativas legislativas cuya tramitación y aprobación es también una demanda de la sociedad. De ahí que la oficialidad se haya convertido ya en arma de doble filo para la izquierda.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión