La mascarilla en el recreo confunde a los colegios

El miércoles se hacía oficial sobre el papel. El Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba el Real Decreto aprobado por el Consejo de Ministros que implicaba que, en el ámbito educativo, se suprimía la obligatoriedad de usar la mascarilla en los patios escolares al aire libre. Sin embargo, que dicho documento mencionara que sí será necesaria en eventos multitudinarios dio lugar a muchas dudas. Las hubo el mismo miércoles por la tarde, con centros como el Xove de Gijón, que envió una circular en la que trasladaba que se mantenía la mascarilla. Otros, como el Eduardo Martínez Torner abogaron por no retirarla hasta una aclaración más específica.

De hecho, ayer los escolares llegaron al colegio y la aplicación de la normativa no era unánime. En La Escuelona la mascarilla permanecía en el recreo. En el Jovellanos, en el Laviada, en el Santa Olaya y en el Corazón de María (Codema), no. Los dos últimos habían trasladado previamente a las familias que no era obligatoria en el patio ni en las clases de Educación Física, pero que sí que los niños deberán llevarla puesta en el trayecto de bajada y subida entre el aula y el patio para el recreo, y en las entradas y salidas del colegio. En Oviedo, en el Nazaret, todos los niños bajaron al recreo con mascarilla. Así lo creían conveniente todos los docentes, quienes sostienen que si en la bajada y subida al patio la llevan y luego se la quitan, es fácil perderla. La dirección tenía pensado abordar hoy el asunto con más profundidad.

En los centros no se ocultaba cierto malestar porque esta decisión volviera a recaer sobre ellos, poniéndoles, decían, en una situación complicada ante las familias. CSIF y UGT apoyaron su reivindicación. Ante las protestas de padres y las llamadas de los sindicatos a Consejería, Educación emitió una segunda nota en la que aclaraba que el uso de la mascarilla no es obligatorio en patios escolares al aire libre, ya que no se trata de eventos multitudinarios» y que «el juego ordinario en un recreo no se considera aglomeración».

En el San Ignacio de Oviedo, su director, Gonzalo Lasa, apuntaba que «a primera hora de la mañana, la norma no era muy explícita y no teníamos claro cómo actuar, pero la interpretamos como decidió la Consejería. Los tutores avisaron a los alumnos de que no era obligatoria en el patio. Los alumnos lo recibieron con ganas, aunque sigue habiendo un poco de reticencia en algunos casos». En el colegio de Morcín, la dirección probó a quitarla. «Estaban muy contentos, la verdad». Había, en general, ganas «de respirar» y de «ver la cara a los amigos».

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