Mujeres en una carrera de obstáculos
Científicas de la Universidad de Oviedo piden mayor visibilidad para alentar vocaciones y más medios para desarrollar su trabajo
LAURA MAYORDOMO
gijón.
Martes, 11 de febrero 2020, 02:01
Se sienten privilegiadas por estar desarrollando una labor, la científica e investigadora, que colma sus aspiraciones profesionales. Pero, a la vez, critican las dificultades que deben superar para seguir avanzando en ese camino que comenzaron a trazar desde que pisaron por primera vez la Universidad. Algunas de esas dificultades, exclusivas de su condición de mujeres -«nuestras carreras profesionales se ven un poco más ralentizadas sobre todo en el momento de ser madres», reconoce Marta García-Sampedro, profesora e investigadora del departamento de Ciencias de la Educación- y otras, como los quebraderos de cabeza para encontrar financiación o una ayuda que les permita seguir investigando, compartidas con sus compañeros varones. Porque la carrera científica, dice la física Yolanda Lozano, es sinónimo de «una carrera de obstáculos».
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Una carrera en la que la biotecnóloga Coral García ha ido perdiendo por el camino a varios compañeros con los que un día compartió el sueño de dedicarse en cuerpo y alma a la investigación. La precariedad que se ceba con los jóvenes investigadores «es lo peor de todo esto. Te hacen escoger entre tu sueño y vivir. Nos quieren hacer creer que nos vamos porque nos rendimos, cuando no, mucha gente se va porque así es difícil mantenerse económicamente», contrapone.
Lo saben bien investigadoras con más años de experiencia en el mundo de la ciencia. «Un mundo apasionante y, a la vez, muy exigente. Formarse como científico requiere una fuerte inversión a nivel personal, inversión que es plenamente recompensada según se va avanzando. Es una sensación continua de frustración y euforia», apunta Yolanda Lozano, quien lamenta que la de Oviedo sea una de las instituciones académicas españolas «en las que los investigadores damos más horas de clase y en las que contamos con peor financiación autonómica». Pese a todo, lo tiene claro: «Los científicos somos unos privilegiados porque hemos hecho de nuestra pasión nuestro modo de vida».
«Para apoyar las carreras científicas, en Asturias y en España, lo que se necesita es básicamente dinero. También gestores y políticos que conozcan la problemática de la investigación y sus necesidades y que sean conscientes de su importancia», reivindica por su parte Marta García-Sampedro, quien ha centrado sus investigaciones en el contexto escolar. A esos alumnos que hoy pueblan las aulas asturianas «les diría que en la Universidad de Oviedo, al igual que en muchos otros centros de investigación, hay mujeres valiosísimas y que su labor, a veces, no se conoce como se debiera».
También Beatriz Remeseiro reclama mayor visibilidad para el trabajo que desarrollan. «Es la clave», asegura esta ingeniera informática que siempre tuvo claro que quería labrarse un futuro como investigadora. En su caso, en el campo de la informática, «que permite investigar en casi cualquier material y resolver problemas de la vida real», explica a la vez que pretende «eliminar estereotipos». De ahí también su empeño en difundir las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés) entre los alumnos de Primaria, «porque cuando llegan a Bachillerato ya es demasiado tarde» y ponerse como ejemplo, porque «es muy difícil querer ser lo que no se conoce y lo que no se ve». Por «amor al arte» investiga Verónica Soto que, tras estudiar Marina Civil y pasar seis años en barcos mercantes, compagina su doctorado -investiga la implicación del transporte marítimo en la introducción de especies invasoras- con un trabajo en la empresa privada. «La investigación es más que una bata blanca y una probeta», anima a futuras generaciones.
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