«En el hospital de día, todos trabajamos mejor. Los usuarios hemos progresado mucho»

Puesto en marcha en 2006 por la Asociación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Asturias (AFESA), con ayuda del servicio de Salud Mental y de una subvención de la Consejería de Servicios Sociales, el programa, denominado inicialmente Proyecto de Integración Social, ha tenido hasta hace unos meses que desarrollarse en diversos espacios cedidos, como la escuela taller de la villa de Cangas, la Casa de la Cultura y el gimnasio Colliseum, donde todavía los pacientes realizan spinning una hora a la semana. Ahora, tienen su propio espacio, en la calle Clarín número 6.

«Empezamos con doce pacientes realizando talleres ocupacionales de albañilería, costura y jardinería», recuerda Tardón. Tras casi dos décadas, el programa ha ido multiplicando sus actividades, organizadas en tres subprogramas: intervención psicológica y cognitiva, competencias en actividades de vida diaria e intervenciones sociales y comunitarias. Tanto cuantitativamente, como demuestran desde hace un año las escalas de medición del rendimiento cognitivo de los 36 pacientes que actualmente lo integran, como la evaluación cualitativa de estos y los siete profesionales a cargo de su recuperación, el programa ha resultado ser un éxito, siendo reconocidos en 2022 por la Consejería de Salud y el Ayuntamiento de Tineo en los VI Premios Saludables.

«Desde que nos mudamos a este centro, creo que trabajamos todos mejor. Yo siento que he progresado mucho», asegura Chema, cangués de 29 años, integrante del programa desde que hace tres años fue diagnosticado con un cuadro de ansiedad y depresión grave a causa de su trabajo como desbrozador. «Al principio me recetaron varias medicinas, pero no fue hasta que llegué al programa que empecé a notar mejoría, ahora ya no tengo dolores en la garganta y puedo hablar con normalidad», explica Eva, que sufrió el mismo estrés que Chema en su antiguo trabajo, sumado a la pérdida de dos seres queridos, provocándole una reacción psicosomática en las cuerdas vocales que le hizo perder el habla. «Era necesario tener un espacio en el que poder realizar todas las actividades del programa juntas», destaca Carmen, una de las veteranas del programa, que también sufrió ansiedad y depresión graves debido a su trabajo como documentalista en una biblioteca de Madrid. Los tres pacientes coinciden que el haber conocido a otras personas en su situación les ayuda enfrentarse a la enfermedad. «Esto es uno de los puntos clave del programa, el sentimiento de pertenencia, que no se sientan solos ante la adversidad de la enfermedad y sean conscientes que hay más personas en su situación», explica Tardón.

Para ser admitido en el programa, que es gratuito, hace falta un diagnóstico clínico emitido por un facultativo y una serie de condicionantes: poco apoyo social y escasa o nula conciencia de enfermedad. «Los primeros en darse cuenta son sus familiares, vecinos o los Servicios Sociales, que nos los consignan a nosotros», señala Tardón, contenta de que el programa que le motivó a mudarse de su Madrid natal haya obtenido por fin este espacio; formado por un 'office', una sala con maquinas de cardio, otra para talleres y teórica, una recepción, un despacho y una cocina. Aunque señala que aún quedan dos demandas por alcanzar. «Dado la dificultad de transporte de cuatro de nuestros pacientes, necesitaríamos un alojamiento protegido cerca del centro y, también, sumar tres especialistas al equipo: un psiquiatra, un psicólogo clínico y un auxiliar de enfermería. Esto va a ser más difícil, porque no hay profesionales que quieran venir», lamenta Tardón.