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El chalé de Pablo Iglesias se cuela en el sermón de L'Amuravela
Miles de personas se congregaron en Cudillero para escuchar a Cesáreo Marqués satirizar sobre el máster de Cifuentes, la moción de censura o la independencia de Cataluña
eugenia garcía
Viernes, 29 de junio 2018, 16:28
Pasada la una de la tarde caízos, pixuetos, vaqueiros y forasteros aguardaban, impacientes, en la Ribera la llegada de los santos. Se hicieron esperar, pero por fin aparecieron, bajo un sol de justicia que enmendó el San Pedro pasado por agua del año pasado y presididos por primera vez por la Santina.
Pero si de algo tenían ganas en Cudillero era de escuchar L'Amuravela. Desde el máster de Cifuentes al chalé de Pablo Iglesias («paez li vei sobrandu / al menus isu aparante po'l chalé que si comprarun»), pasando por la independencia de Cataluña, la moción de censura o la oficialidad de la Llingua, la sátira de Cesáreo Marqués puso al día a San Pedro de todas la cuestiones que coparon las conversaciones desde el sermón de hace un año.
Comenzó con el ya clásico reclamo de mejoras en los cupos, pues «los poucus que de la pesca / hemus de siguir viviandu / más difícil cada día / todu nus lu tan puniadu». La caballa «sigui igual, ¡mira que lu piliamos!»; «el uriciu, nin golellu / nos deixarun en to'l añu» y «»Güí que pa la sardina / andan tambián istudiandu / que nun si puada garrar / ni una sola en todo 'l añu«, recriminó.
Pronto le tocaría el turno al tiempo, que «nun si portou como ibía isti añu». En febrero, recordó Marqués, las nevadas aislaron al Principado -«¡sin siquiara proclamalla, la independencia tuvimos!»-, independencia que provocó que «en Cataluña en Utubri / tuviamus un bon fandangu».
Aplaudido por el público, que como siempre reía sobre todo las chanzas políticas, Marqués pasó así a la crítica nacional, que tocó la corrupción, que «sigui igual / en estu poucu avanzamus / mientras nun salgan lus xuicius / que si vianin cilibrandu». Pero «p'acabar con ella / al menus esu dixárun / una mución de cinsura / contra'l gubiarnu fixarun'. Y quien nos manda »yá agora el tou tocayu«, indicó el hijo adoptivo de Cudillero.
En la villa marinera «muy poucus cambius tuviamus'. La Corporación Municipal respiraba aliviada desde su sitio, ya que parece que el sermonero no se quiere repetir y aunque las críticas vertidas fueron más suaves que otros años, tampoco se fueron de rositas: »Tá todu manga por hombru / ya patas arriba el puablu«. Hubo hasta un elogio: »Adilita al paicer, foi / la única que feixu algu, / ¡que la Funtiquina gualva / a ichar agua por el cañu«.