De repostero en hoteles de lujo a abrir una pastelería «familiar» para asentarse en Piloña

Se han asentado en la zona rural, han emprendido un negocio en plena pandemia y lo han hecho apostando por el producto local. La hazaña la protagonizan la madrileña María Aparicio y el italiano Simone Colla, que han abierto la pastelería L'Ablana en Infiesto. Tras residir nueve años en Barcelona y otros dos en la Riviera Maya, al pueblo piloñés de Cardes llegaron hace año y medio de la mano de 'Volver al pueblo', un proyecto a nivel nacional desarrollado en la zona por la asociación El Prial.

Desde un principio, de su plan formaba parte iniciar un negocio vinculado a la pastelería, oficio que Colla ha desempeñado en hoteles de cuatro y cinco estrellas de países como Suiza, Japón, Inglaterra o México. Para ambos, esta es su primera experiencia como emprendedores y ni siquiera la crisis pudo doblegar su ilusión. «El plan de empresa lo terminamos en marzo, nos confinaron y todo se paralizó. Las obras del local las empezamos en agosto y aunque la covid te afecta, al ser una empresa familiar no lo hace de la misma manera», dicen.

Superado el susto inicial, estas primeras semanas de andadura están resultando repletas de sorpresas positivas. «La acogida está siendo increíble, ni en el mejor de los sueños. Todo el mundo nos da ánimos, incluso gente que no conocíamos. Es súper familiar», confiesa la pareja.

El respaldo se refleja en las ventas, que llegan a sobrepasar una oferta que se rige por el principio de los productos frescos y el desperdicio cero. «La idea es que lo que se produzca en el día se venda en el día, de ahí que hagamos las cantidades justas», explican. Cuentan por ello con un sistema de pedidos y tratan además de ajustar sus elaboraciones a los patrones de consumo que han ido observando.

La pastelería, ubicada en la calle Covadonga de la capital piloñesa, ofrece desde pan ecológico a tartas, chocolatería, dulces italianos y españoles, bizcochos, hojaldres o galletas. «Voy variando, cuando me canso de una cosa hago otra. Es lo bonito de la pastelería», cuenta Colla. La innovación también está siendo bien acogida entre su clientela: «Vienen con ganas de probar cosas nuevas, incluso la gente mayor», indican.

Su apuesta pasa además por incluir en las elaboraciones productos de temporada y de la zona, como «frutos rojos, manzana y avellana». En el típico fruto piloñés han observado no obstante una escasez que les está obligando a importar desde lugares como Piamonte, de donde Colla es originario. «Es una pena porque el de la avellana es un buen mercado», apunta el italiano, que ve una oportunidad para los cosecheros locales en la creación de cooperativas. La intención de la familia es en este sentido la de implicarse en el concejo y que su negocio «permita generar empleo».

Por el momento, Piloña les está ofreciendo la «estabilidad» que motivó su aventura rural. En la idea de mudarse a un pueblo pesó el nacimiento de su hijo Fabrizio, que a sus seis años acude al colegio L'Ablanu de Infiesto y vive, por primera vez, la experiencia de disfrutar de toda una familia reunida, pues la madre de Simone, Rosanna, también se ha trasladado desde Italia. «Nunca había podido disfrutar de los abuelos y le hace un montón de ilusión. Antes no teníamos a nuestros padres cerca y da tranquilidad saber que el niño está con la abuela. Es una ayuda increíble», destacan.