El Principado busca «políticas más activas» para la clasificación de propiedades rurales

En los años cincuenta del pasado siglo Asturias se especializó en ganadería, y ese fue el inicio del fin de la cultura campesina, que comenzó a alejarse de la producción agrícola para pasarse al sector ganadero. Esta fue la premisa que el director general de Infraestructuras Rurales y Montes, Fernando Prendes, sostuvo ayer en la V Jornada Pegados a la Tierra, organizada por EL COMERCIO y celebrada en Cangas de Onís.

«Destinamos suelos fértiles a meter vacas», sentenció el director, quien puso el énfasis especialmente en el problema de la clasificación del terreno, ya que más del 60% del suelo asturiano está clasificado como forestal. Un dato problemático, pues muestra el abandono del campo en el último siglo. «Tenemos suelos muy potentes y si actuamos sobre ellos pueden ser trabajables», algo que conseguiría no solo que el terreno se aprovechase, sino también que este pudiera servir para generar un rédito económico a aquellos que lo trabajasen y que ayudase a generar un «tejido» agrícola que permitiera asentar a la población.

En este ámbito, el Principado pone el foco en Galicia, donde actualmente se encuentran trabajando en una Ley de Movilidad de Fincas, mucho más intervencionista con el terreno. Prendes aseguró que «aquí debemos hacer lo mismo porque Asturias tiene dos recursos muy importantes». Se refiere al agua y la tierra fértil, esenciales para generar suelos y actividad agraria que permitan el consumo de productos locales. Sin embargo, la cesión de las tierras abandonadas para nuevos proyectos no es una tarea sencilla. Por un lado, porque muchos propietarios no quieren que su tierra sea reaprovechada y por otro, porque el 6% de los propietarios de algunas tierras se desconocen. Ante esto, desde el Principado plantean la creación de «unidades de gestión forestal» para agrupar a los propietarios y sus tierras, dando la oportunidad a aquellas sin dueño de ser aprovechadas. No obstante, para conseguir esto es necesario que se mejore la clarificación de la propiedad -«de quién es una finca y hasta dónde llega»- ante la «poca eficacia» del catastro. Para ello es fundamental romper con «el bucle de restricciones», al igual que con el relevo generacional en algunas empresas en las que es difícil acabar con el privilegio familiar, llegar a acuerdos con los ayuntamientos y «atender a lo que hacen otras comunidades». En este sentido, Juan Antonio Lázaro, gerente del Grupo de Desarrollo del Bajo Nalón, sostuvo también que «la agricultura debe clonar modelos exteriores o mejorar los actuales». Entre las soluciones, Lázaro va más allá de la creación de un banco de tierras como el que implementó Galicia y propone «un banco de explotadores y explotadoras que quieran trasladarse al medio rural e iniciar la actividad agraria». De esta manera, la Administración debe facilitar el acceso a la tierra, ya que «las oportunidades para producir en Asturias son infinitas».

Establecer relaciones entre tierras, productores y producto garantizaría la dinamización de las zonas rurales y agrarias como ocurre en el Bajo Nalón. De igual forma, «redimensionar el territorio, alejarse de modelos radicales y crear una mancomunidad de servicios» para ayudar a los territorios colindantes a una zona agraria son otras de las alternativas propuestas por Lázaro. Desde el grupo de Desarrollo del Bajo Nalón abogan por no caer en comarcalizaciones «absurdas» para cada ámbito -laboral, educativo, económico, etc.- sino en plantear una «estructura política sólida» que no cambie con cada legislatura: «Estamos intentando solucionar los problemas muy rápido. Para tener una buena gestión no podemos ser cortoplacistas», finalizó.