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«Los derechos de las mujeres están en claro retroceso en todo el mundo». Eve Blanco no tiene ninguna duda. No solo de que no existe aún la igualdad real entre mujeres y hombres, sino de que «la extrema derecha está posicionándose de una manera tremenda y eso para las mujeres no es bueno, nada bueno». La organizadora de la Revuelta Ciclofeminista, la marcha malva de bicicletas por Gijón que, tradicionalmente, abre los actos reivindicativos del 8M en Asturias, pone ejemplo de esos retrocesos: «En muchos países el aborto vuelve a ponerse en tela de juicio, cuando ya era algo que creíamos superado».
Entiende que hay argumentos de sobra «para seguir en las calles dando la batalla», y apunta a que «este año más que nunca». El mismo en el que se cumplen tres décadas de la Declaración de Beijing, la primera gran plataforma pro derechos de las mujeres impulsada por la ONU en 1995, «no podemos permitir que nos recorten los derechos. Tenemos que estar en la calle y unidas», sentencia Blanco.
Una unión que espera ver reflejada «el próximo día 8 de marzo, a las 12, ante la plaza de Toros de Gijón«, de donde saldrá la gran manifestación reivindicativa del Día Internacional de la Mujer. No sabe Blanco si será tan histórica como la de 2018, «pero será una manifestación fuerte. Siempre es importante salir a la calle a reivindicar, seamos las que seamos».
Mientras Blanco hablaba, aún resonaba en la plaza Seis de Agosto de Gijón el estribillo del inconfundible '¿A quién le importa'? No en la voz de Alaska, sino en la de las quince integrantes de la Coral Mar de Niebla que dirige Carmen Castillo. Porque la Revuelta Ciclofeminista no consiste solo en recorrer en bicicleta el centro de Gijón, sino que cuenta con actuaciones al paso de la marcha, para animar a la participación en la manifestación del 8M.
Castillo, que lleva ocho años al frente de la coral Mar de Niebla, aunque dirigió otros coros, tiene claro que «hay que participar en todo lo que sea reivindicar derechos para las mujeres». Desde la perspectiva vital que le dan sus 72 años, Castillo tiene claro que «tenemos más derechos, porque cuando tenía 20 años, tuve que pedir permiso a mi padre para irme a Suiza, pero no los tenemos todos».
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