«La sequía afecta a la manzana, pero esperamos una gran cosecha»
La fruta ya ha empezado a madurar a causa de la falta de lluvias, por lo que los cosecheros prevén que el inicio de la campaña se adelante, con fruta de calibre inferior
Los cosecheros están contentos porque a estas alturas del verano «hay manzana». Sin embargo, prevén que la falta de lluvias volverá a condicionar la cosecha. Dicen que se adelantará, porque la fruta en muchos casos ya ha empezado a madurar, y que serán manzanas de un calibre considerablemente inferior a lo habitual. De todas maneras, aún no ven tanta por el suelo ni árboles tan vacíos como el año pasado a mediados de julio y eso les hace ser optimistas de cara a una «gran cosecha».
Influye que en 2023 parten de la premisa de la abundancia. «Aunque seguro que no habrá tanta manzana como hace dos años», dice el cosechero Ignacio Gómez Dosil sustentando su opinión en cómo ve las cosas actualmente en sus fincas, al tiempo que apunta a la sequía y el cambio climático como cuestiones a tener cada vez más en cuenta. Sabe que en «el campo influyen muchas cosas» y, entre ellas, «estos calores». La prueba la halla en que los árboles de su finca que tienen más recursos hídricos están mejor que los que tienen un acceso al agua más limitado. «Las olas de calor afectan principalmente a árboles que ya han cumplido los 15 años, que requieren de mucha más cantidad de agua que los jóvenes. Los míos no están sacando hojas frondosas y están reduciendo muchísimo el tamaño de la fruta para estas alturas del ciclo», explica Gómez Dosil.
La Agencia Estatal de Metereología (Aemet) aporta datos a lo que ven los que trabajan la tierra en Asturias: el año hidrológico en curso -desde octubre de 2022 hasta el 1 de julio de 2023- continúa con el calificativo de 'muy seco' y mantiene un déficit del 24%. De hecho, según sus estadísticas y valores, la primavera en el Principado ha sido «muy cálida y muy seca». «Ahora, que es cuando tiene que engordar el fruto, los árboles no tienen agua», lamenta Gómez Dosil desde su finca Chicuelo Demetrio Filomena. Él, que lleva toda la vida dedicada al campo y desde hace un lustro también a la manzana -desde el principio amparado por la DOP y con producción en ecológico-, explica cómo el cambio climático tiene locos a los árboles. «Necesitan, por norma, unas 580 horas de frío, con temperatura por debajo de 10 grados, y resulta que la primavera se adelantó tanto que en diciembre y enero ya estaban echando flor. Eso no es normal ni bueno para la producción», cuenta.
Parte de la manzana que está en producción en Asturias se ha caído como consecuencia, entre otras, de la sequía, pero no es tanta como el año pasado a estas alturas porque «ha llovido un poco más o, al menos lo ha hecho de manera más escalonada», argumenta José Luis Piñera, que no percibe pérdidas notables en lo que va de año a causa del incremento de horas de sol en la región y, de hecho, augura en su zona, la costa, «una buena cosecha de seguir así». Nada que ver con los números correspondientes al año anterior.
Lo que es más fácil que hallar fruta por el suelo es encontrar «manzana demasiado pequeña para estas alturas del verano», explica el cosechero José Martínez, con tres hectáreas en Poago (Gijón). Se trata de piezas que ya han empezado a madurar como si estuviésemos acabando agosto, cuando no han terminado de crecer por falta, fundamentalmente, de agua. Aquí hay otro problema implícito pues, para compensar que los manzanos son veceros por naturaleza, vendría bien que este año perdiera parte de la producción para favorecer la del próximo. «El problema está en que manzana hay, pero pequeña. Con lo cual no compensa la vecería y a nosotros nos supone el mismo trabajo, aunque la rentabilidad sea menor», lamenta Martínez.
El manzano tiene otra característica en la que incide Gómez Dosil: «Ya está pensando en el año que viene y entre la falta de agua y que no diferencia las estaciones, esperamos un año de realmente poca fruta. Hay que hacer algo».
«Lo realmente importante es que se consuma sidra de DOP»
«Lo realmente importante es que se consuma sidra de Asturias, la de la etiquetina de la Denominación de Origen Protegida, que es la que garantiza que toda la fruta empleada en su elaboración ha sido producida aquí», manifiesta José Martínez, quien junto a su hermano lleva once años dentro del consejo regulador de la DOP Sidra de Asturias.
Tanto cosecheros como elaboradores están contentos con el ritmo de ventas de este verano. «Han vuelto las fiestas, los festivales y los llenazos y el consumo de sidra, con ellos», celebra Javier Díaz, al frente del llagar-sidrería Alonso, de Langreo, que llama la atención en el consumidor que llega de fuera de la región. «El turista viene cada vez más concienciado de lo que es la sidra», advierte. El visitante ya no solo compra una botella o dos a modo de 'souvenir', que también, sino que sabe cómo se escancia y lo intenta. «Nosotros estamos al lado del Ecomuseo Minero Valle de Samuño y cada vez es mayor el goteo de gente de fuera que llega para comprar unas botellas para tomar aquí y llevarse a su casa», destaca Díaz.
«Las sidrerías están trabajando», confirma José Luis Piñera, que también ve un interés creciente en el turista que visita Asturias. «Se están ampliando los perfiles de consumidor llegado de fuera», explica.
«A estas alturas, lo que toca es que la gente se conciencie de la importancia de consumir sidra amparada por la DOP Sidra de Asturias. Eso impulsaría realmente al sector y debería ser la dirección a tomar», advierte José Martínez.