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Celia Alcácer pasea a 'Isidoro' en Noreña.

Una nueva vida para los caballos

La asociación Caballoastur proporciona cuidados a equinos abandonados o maltratados | En el refugio acogen a los ejemplares mientras se soluciona su situación o son adoptados y ya han logrado encontrar un nuevo hogar a más de cien

Soledad Rodríguez Noriega

Lunes, 15 de junio 2015, 14:39

Cristina García y Beatriz Zapata son la presidenta y vicepresidenta, respectivamente, de Caballoastur, una asociación sin ánimo de lucro que se dedica a recoger caballos, ponis y burros abandonados de toda la región y proporcionarles los cuidados necesarios mientras se arregla su situación o hasta que alguien decida adoptarlos ya que «si no los acogemos, los sacrifican». Junto a ellas otras dos compañeras y algunos voluntarios, como Celia que con 12 años ayuda a la asociación y ha adoptado un ejemplar: «Monto a caballo y a través de una amiga descubrí este sitio y vengo siempre que puedo».

Pasan unas tres horas diarias en las fincas donde están los corceles en Noreña para vigilar su estado y darles comida y agua. Cristina y Beatriz son vecinas de La Pola, donde tienen una finca a servicio de la asociación en la que llevan a los animales cuando están enfermos «para tenerlos más controlados».

A lo largo de los tres años y medio que llevan en la asociación, primero como voluntarias y ahora como dirigentes, han aprendido los conocimientos para tratar a los caballos, acercarse a ellos e incluso, nociones de doma. Los ejemplares que llegan al refugio en muchas ocasiones, además de un daño físico presentan otro psicológico. «Al principio tienen miedo y no se dejan tocar», pero con el paso del tiempo consiguen que los corceles se sientan queridos y empiecen a confiar. «Aunque es un proceso largo, es muy gratificante entrar a la finca y ver como poco a poco se van acercando y piden cariño».

Además de ejemplares abandonados o que les entregan los dueños por no poder cuidarlos, se hacen cargo de decomisos de la policía, «hace pocos meses nos trajeron uno de Oviedo que estaba en muy malas condiciones, ahora no parece el mismo. La gente debe concienciarse que los animales requieren unos cuidados y en concreto los caballos no los puedes tener atados en cualquier sitio sin darles agua y comida», denuncia García.

Los ejemplares que no son reclamados se quedan en el refugio, unos costes que sufraga la asociación sin ayudas de ninguna institución: «Recibimos el dinero de los socios que pagan un mínimo de cuatro euros al mes y de las tasas de adopción», comenta Beatriz Zapata. «También necesitamos voluntarios que nos ayuden aquí», añade. Entre los gastos, además de comida, está el alquiler de las fincas de Noreña (la de La Pola la tienen cedida gratuitamente) y las medicinas, «aunque la veterinaria que colabora con nosotros nos deja los medicamentos y el servicio muy económico».

Esta ONG equina ha logrado encontrar hogar a más de cien caballos. Para la adopción, se realiza un contrato y se hace un seguimiento aunque en muchas ocasiones, los caballos terminan regresando al refugio. «Es una satisfacción ver cuando se marchan la vitalidad que tienen», apunta Cristina García.

También se pueden adoptar por periodos temporales «hay gente que los lleva para que le pasten la finca durante dos o tres meses». Caballoastur también proporciona un servicio de hospedaje para aquello ejemplares es cuyos dueños necesiten dejarlos durante un tiempo.

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