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José Manuel Pérez ha vuelto a sus quehaceres en el campo a pesar de las quemaduras.

«Sigo sin poder ver bien»

José Manuel Pérez, el único herido en los incendios en la región, se recupera «poco a poco»

B. G. H.

CORNOLLO (ALLANDE).

Viernes, 20 de octubre 2017, 00:52

El ganadero allandés José Manuel Pérez ha sido el único herido en la oleada de incendios que sufrió Asturias. Se quemó las manos cuando intentaba salvar la maquinaria que tenía en uno de los garajes que las llamas arrasaron en Cornollo. «Van poco a poco. La mano derecha ya está casi curada; la peor es la izquierda», cuenta mientras muestra la venda que la cubre. «Me dicen que intente no hacer nada, pero quién puede parar con este panorama que tengo», lamenta José Manuel. El fuego le alcanzó en dos ocasiones, pues no solo se enfrentó a las llamas para intentar, en vano, salvar la maquinaria, también lo hizo para liberar al ganado.

Mientras comienzan las labores de demolición de las construcciones afectadas, José Manuel intenta seguir adelante con su vida. «Apenas veo las vacas y las tengo delante. La vista es lo que más me entorpece», explica mientras se retira las gafas de sol con las que protege sus ojos claros del viento.

El incendio se llevó por delante gran parte de la maquinaria que José Manuel utilizaba para su actividad ganadera. Calcula que habrá perdido más de 20.000 euros. Su día a día continúa centrado en recuperarse del duro golpe que ha supuesto el incendio. Las llamas no solo se cebaron con su maquinaria, también con el pasto, por lo que tendrá que alimentar a su ganado comprando forraje. También habrá que reponer los cierres de las fincas.

Aún no ha logrado reunir todo el ganado. «Tengo cinco vacas y tres terneros que andan por ahí a la deriva, en el monte, pero irán apareciendo poco a poco. Por ahora tuve suerte y no me quemó ninguna», afirma mientras recuerda que algunos ganaderos de pueblos vecinos, como Fonteta o Tremao, siguen encontrando reses por las brañas, algunas muertas por asfixia y otras muchas con las ubres y las patas quemadas.

«Es una desesperación», concluye José Manuel en la entrada de una finca en la que ha dejado a algunas de sus vacas.

José Manuel se vio obligado a interrumpir sus labores a mediodía de ayer. Le esperaban en el consultorio de Berducedo para curarle las quemaduras de las manos. Era la primera parada de una ruta que terminaría en el Hospital de Carmen y Severo Ochoa. Tenía cita en el oftalmólogo. Sus ojos no logran recuperarse.

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