«Ahora toca pedir ayuda a la comunidad para rehacer los planes estratégicos»
«No creo que sientan el plan actual ajeno, pero de ahí a que se sientan identificados... La idea es hacer dos planes ejecutivos este mandato»
Dice que no le gusta la gestión. Pero es complicado creer eso cuando admite que, desde que entró en la Universidad de Oviedo en 1990,, ... ha estado siempre en esas tareas, salvo un paréntesis de cinco años. Juan Carlos San Pedro (Gijón, 1965) es vicerrector de Coordinación Estratégica y coordinación de campus. De él dependen las áreas de Igualdad; Calidad, Análisis y Prospección; la Coordinación de centros y departamentos y también Cooperación. Licenciado en Bellas Artes en el País Vasco, profesor titular de Didáctica de la Expresión Plástica, había acompañado a Ignacio Villaverde en el anterior equipo, en una dirección general, y fue una de las piezas principales de la campaña que le llevó al Rectorado de nuevo este año.
–Casi seis meses en el cargo. ¿Ya ha tenido tiempo de arrepentirse?
–Que duren, porque tienen un mandato de seis años por delante. –No hay que pensar en ese plazo, hay que pensar en plazos más accesibles.
–Ocupa uno de los vicerrectorados de nueva creación. ¿Por qué era necesario crear un equipo de Planificación estratégica y coordinación?
–Recojo cuestiones que ya estaban en el anterior equipo, no deslavazadas, pero sí disgregadas. Lo he pensado estos días con lo que ha pasado en Valencia: no importa que tengas las cosas organizadas si no las tienes conectadas y todos saben cómo articularse.
–El anterior equipo diseñó unos planes estratégicos muy ambiciosos, no exentos de dificultades y polémicas. ¿Es momento de evaluar, repensar, rehacer?
–El problema de los planes estratégicos es la falta de identificación de la comunidad con ellos. Casi todos los planes de todas las universidades coinciden en líneas, en objetivos... La gran diferencia es que algunos cuentan con un respaldo muy alto de la comunidad. Una identificación, más que un respaldo...
–Este sí tuvo respaldo.
–Respaldo absoluto, pero no fue la comunidad la que se paró a pensar cómo y qué. Había una exigencia de premura de tiempo, íbamos tarde y necesitábamos poner en marcha la actualización. La situación ahora es repensar, recapitular, ver dónde han estado las mayores dificultades, el grado de cumplimiento (que es alto) y redefinir los indicadores que no se han podido llevar a cabo o no eran los convenientes.
–Por partes. ¿En qué ha ido bien? ¿En qué temas hay un buen grado de cumplimiento?
–Prácticamente en todo, pero esto no se va a acabar nunca. Si hablamos de titulaciones, infraestructuras... se ha avanzado mucho, pero no estamos en un momento en el que podamos decir 'ya está todo hecho'. Nunca vamos a estar. Ahora toca pedir la ayuda a la comunidad para que participe en la reelaboración, abrir las líneas estratégicas para que expertos interesados, de la Universidad y no solo de la Universidad, puedan ayudarnos a definir las líneas maestras para hacer una cosa que supone un cambio: planes ejecutivos más a corto plazo.
–¿A dos años?
–La intención es tener dos planes ejecutivos en este mandato, con carácter bianual y dejar el último año para evaluación.
–¿Cómo articular esa participación? De los estudiantes, por ejemplo, casi no responden a la Encuesta General de la Enseñanza.
–Hay que buscar el modo en el que la gente se sienta cómoda participando. Ya nadie es tan obediente. Con un cuestionario no tienes la atención que creías. Y sin embargo ocurre algo como lo de la DANA y la gente participa y se vuelca. Yo creo que tenemos que hacer un ejercicio de honestidad y decir: tenemos estos problemas... ¿Por dónde consideráis entre todos que tenemos que caminar? En los sitios donde lo han hecho, el resultado es que la gente considera que los planes estratégicos no son del equipo de gobierno, sino de la universidad.
–¿Cometieron ese error?
–No creo que la Universidad los considere ajenos, pero de ahí a que se sientan identificados, hay una distancia que hay que caminar. La gente tiene que sentirse escuchada y atendida. El propio equipo rectoral tiene dificultad para ver el esquema general del actual plan... era muy ambicioso, no voy a decir demasiado, pero sí muy ambicioso. Ahora deberíamos ir a planes más concretos y más acotados en el tiempo.
«No éramos tan rápidos»
–Dice que hay un alto grado de cumplimiento. Pero infraestructuras, por ejemplo, ha encontrado muchas dificultades.
–Sí, en infraestructuras, digitalización e investigación hemos tenido problemas. Hay elementos sobre los que se estableció una previsión de avance veloz y nos hemos encontrado con que no éramos tan rápidos. Pero prácticamente todo está encarrilado, aunque no resuelto.
–Infraestructuras está encarrilado pero con el horizonte en 2030. ¿Y mientras tanto, qué hacen los centros de Llamaquique?
–El plan de El Cristo es una buena noticia. Durante años, lo veíamos tan lejano que la situación nos impedía tener títulos como el de Deportes, que ahora ya sí se ha podido implantar.
–¿Y qué hace Deportes el próximo curso?
–Tenemos mucho trabajo por delante: obras, adecuación de espacios... Pero soy mucho más optimista de lo que era hace unos años. Ahora sí veo cerca el momento en que a la entrada de Oviedo veamos una señal que indique Campus Universitario, como lo vemos en Bilbao o en Madrid. Ahí ya veremos otro tipo de Universidad porque, por mucho que la tecnología nos ayude, hay cosas que hay que hacer de forma presencial. Y la cantidad de servicios que tienen tareas en común y están en campus y ciudades diferentes...
–Teniendo en cuenta el tamaño de Asturias, cinco campus en tres ciudades, ¿es sostenible?
–Es lo que hay. Más de 50 edificios, 15 centros y dos adscritos, 38 departamentos... Somos lo que somos, así que vamos a intentar vivir mejor. Ya no podemos soñar con el campus que pudo haber sido en Llanera así que ahora que tenemos esta dispersión, especialicémonos y solucionemos problemas. Y el problema de la desconexión entre los servicios administrativos y de gestión es alta, incluso entre los propios vicerrectorados.
–¿Todo eso se centralizará en la antigua Escuela de Minas no?
–Sí, están en marcha las obras de acondicionamiento, estamos en el momento previo al traslado de los servicios que ahora están dispersos por Oviedo.
–¿Y en Minas quedará espacio para docencia si fuera necesario?
–No está previsto, pero no es descartable.
–Mencionaba la especialización. El campus que ha tenido más dificultades ha sido Mieres. ¿Ha encontrado ya su camino?
–Yo creo que sí. Mieres es una apuesta compleja, complicada, muy ligada a la historia política del Principado. Una vez que tienes el centro y que tienes que darle un sentido, el objetivo nunca podía ser dejarle de lado. Vincular allí cátedras, proyectos de investigación, centralizar los estudios de las Ciencias de la Tierra... Es un centro en el que ya ves acciones, iniciativas, de las que nos podemos sentir orgullosos.
–Había malestar por el traslado. ¿Cuál es el ambiente ahora en el campus, qué perciben?
–Entiendo que había descontento e incomodidad entre la gente que se tuvo que trasladar, pero también veíamos una expectativa de logro... No percibo ya dolor ni resquemor ni vivir en el pasado.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión