El transporte va a la huelga mientras la inquietud vacía los expositores de las tiendas de Asturias

«Mi marido se fue ayer a hacer la compra semanal y al ver las enormes colas, se dio la vuelta». Lo dice una profesional liberal que tiene ocupadas por el trabajo todas las horas del fin de semana, con un deje de alarma en el tono: «No sé si haremos bien, pero creo que vamos a comprar un poco de más de todo, por si acaso», comenta otra. Asturias comienza a vivir, con la convocatoria de huelga del transporte de mercancías por una parte y la subida del precio de los combustibles y su repercusión en los de buena parte de los alimentos, una historia que resulta conocida y reciente.

A la huelga van desde hoy, y con una convocatoria sin plazo definido, los transportistas, convocados por la Plataforma para la Defensa del Sector del Transporte de Mercancías por Carretera Nacional e Internacional. En esta organización se integra la Unión Independiente de Transportistas Autónomos (UITA), de la que forman parte 1.300 transportistas asturianos. También convoca la huelga la Central Empresarial de Servicios Internacionales y Nacionales del Transporte (Cesintra), lo que en la práctica, y de seguirse la huelga como es previsible supondrá una paralización del transporte de mercancías por carretera, generando el consiguiente riesgo de desabastecimiento en tiendas y supermercados, incluso aquellos que controlan su logística de reparto desde sus propias plataformas, toda vez que la mayoría de sus proveedores suelen emplear servicios de terceras empresas logísticas para entregar sus productos.

Esta situación está en boca de todos los consumidores, y ya el sábado era muy evidente en los supermercados. La clásica compra semanal convocó a muchos más clientes de lo habitual y con una «compra superior a la habitual», según anotó ayer Ramón Rubio, propietario y gerente de las tiendas franquiciadas de Carrefour Express de la avenida de Schulz y la calle Aguado, una impresión corroborada por clientes que informaron de «lineales vacíos de productos de primera necesidad -como arroz o pasta- de forma continua» en varios supermercados a lo largo de la tarde del pasado sábado.

Al igual que al inicio del primer confinamiento por la pandemia, durante la última semana se han comenzado a ver lineales vacíos en los supermercados y algunas carencias en las tiendas de barrio, pero, sobre todo, lo que se percibe es la gran inquietud ante el enemigo de siempre para el ciudadano de a pie: la incertidumbre ante una situación convulsa. En esta ocasión es la guerra de Ucrania y su influencia sobre los mercados internacionales, agravada además por lo que parecen los últimos coletazos de la pandemia.

Ayer, los clientes que hacían cierta cola en las tiendas y supermercados de barrio gijoneses que abrían en domingo seguían con el mismo temor al desabastecimiento por la huelga. En La Frutería de Casares, Irene González explica, en un raro momento sin actividad, que «estamos teniendo que repercutir en nuestros precios a los clientes el alza del precio que los proveedores también están subiendo por la subida de las gasolinas. Y noto que todas las tiendas de nuestro grupo (Bonanza) están pidiendo más producto de lo habitual a la central. Por ejemplo, patatas. El viernes fue muy exagerado, seguramente por el miedo a que mañana (hoy, lunes) empiecen en serio los problemas de abastecimiento con la huelga».

Sube el precio del pan. Estas cinco palabras fueron, en otras épocas, sinónimo de crisis económica. En la última semana se ha incrementado sensiblemente ya en numerosos comercios, afectado no solo por la subida de los combustibles y el precio de la energía, sino también por un repunte adicional del precio de las harinas debido, en este caso, a que no solo repercuten los costes antes mencionados, sino que vuelve a ser la harina un producto con un incremento casi exponencial de la demanda.

Arroz, patatas «y latas de conserva» son también objeto de una intensa demanda en estas situaciones, y el pasado sábado varios fueron las grandes superficies asturianas que tuvieron que dejar sin reponer los lineales de varios productos de primera necesidad, con especial foco en el arroz de primer precio.

En cuanto al aceite de girasol, en el que a la subida de los combustibles se une el hecho de que Ucrania es uno de los principales suministradores de la materia prima, se trata del producto que, por el momento, acumula un efecto explosivo en el precio más acusado. En un recorrido por varios establecimientos abiertos ayer los precios variaban entre los 2,5 euros por litro en las tiendas Carrefour Express en el caso del aceite de marca blanca o propia y los 3,1 euros (el precio del aceite de oliva virgen extra antes del anterior arreón inflacionista) en alguna tienda de barrio.

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