El cielo de Avilés se ilumina con mil colores para poner el broche a las fiestas de San Agustín
Cientos de personas disfrutaron del espectáculo pirotécnico en torno a la ría y al Centro Niemeyer en una de las noches más mágicas para los avilesinos
Avilés cerrará hoy una semana de fiestas de San Agustín tras disparar esta madrugada unos fuegos artificiales aplaudidos y celebrados a pesar de la lluvia que empañó una noche tan mágica y luminosa como la de San Agustín para los avilesinos. Hubo muchas dudas, buena parte de los avilesinos que habían acudido al concierto del Niemeyer optaron por dar la vuelta para evitar mojarse, pero eso no evitó que Pirotecnia Xaravia lanzase los disparos previstos para iluminar la noche grande, con la suerte de que además el cielo dio una tregua.
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Hubo, con algún pequeño fallo por la humedad, un colorido jardín de flores sobre la ría, también carcasas azules y blancas como guiño a los colores de la ciudad y un homenaje al Centro Niemeyer con un gran mosaico blanco y una línea de volcanes amarillos. Y así se fueron sucediendo sauces, aros de diferentes colores, coronas de brocade, grandes corazones rojos, medusas, peonías bicolor y las clásicas palmeras de colores.
EL cielo tronó y silbó. Los fuegos acuáticos, solo visibles para los espectadores en primeras línea de rías, dejaron en un impasse al resto hasta que una gran descarga, previa a la traca final, los desperezó. Los paraguas no taparon el juego de colores ni atenuaron los aplausos tras la traca final.
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Hoy, día de San Agustín, todavía se podrá visitar el mercado medieval y montar en los caballitos. Habrá vermú musical con la charanga El Felechu en las casetas de la Pista de La Exposición, a mediodía, y, a última hora de la tarde, comenzará el espectáculo 'La Carroza del Teatro Real', una de las novedades de estas fiestas. Los festejos no se despedirán sin la sexta y última gran verbena, a cargo del grupo Tekila.
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Será el restallón a una programación que, a lo largo de los seis días anteriores, ha intentado cubrir todo el abanico de edades y gustos con propuestas musicales de géneros diferentes, muchas actividades infantiles y también un mercado sobre el que recae la ambientación del centro. El Mercado Franco de Alcabala es relativamente reciente, pero San Agustín ya no se puede entender sin él.
Cerca de un centenar de puestos ofrecen el atractivo suficiente para que miles de personas pasen a diario por las calles del casco histórico por el que se extiende. Este año han sido más y se ha notado (y agradecido) la descongestión, aún así a determinadas horas ha costado caminar en calles estrechas como la de La Ferrería. Las casetas de alimentación tienen éxito asegurado, pero también cuentan con gran tirón las de bisutería, jabones o marroquinería.
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La lluvia amenazó el espectáculo de fuegos artificiales, que finalmente iluminó la noche avilesina de San Agustín
Plazas como la de Camposagrado o la de Carlos Lobo han concentrado los variopintos puestos de restauración porque lo mismo uno se encontraba un asador que una taberna griega y, justo al lado, una coctelería que, para darle el toque ancestral, vende hidromiel junto a otros espirituosos.
Los vermús en la pista de La Exposición han tenido un funcionamiento desigual y aunque, en términos generales, la hostelería parece estar satisfecha, el recinto parece quedarse un poco grande para el número de clientes que atraen a esa hora. No así por la noche y la madrugada, cuando viven su momento álgido al ritmo de las orquestas y los djs.
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Compartiendo espacio con ellos, el recinto ferial que, como en años anteriores, también ha tenido atracciones en el parque del Muelle. Este año la novedad ha estado en el estreno de la 'fan zone' del Real Avilés en el estadio de fútbol Suárez Puerta como parque de atracciones. José Ramón Castañosa, de La Bruja Atómica, asegura que «hemos estado bien, pero preferimos fuera».
Pero para que no haya ninguna mala interpretación lo repite: «Todos juntos estamos mejor, pero esto es mejor que nada. Al principio nos daba miedo, pero bastante es que nos dejan montar» y añade que «afortunadamente no hemos perdido ningún día por el tiempo porque día que llueve, día que perdemos». Ayer libraron bien hasta última hora.
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