«Las crisis de suicidio son pasajeras por muy oscuros que parezcan algunos momentos»
La doctora en Psicología Susana Al-Halabí recomienda en el Aula de Cultura pedir ayuda ante un problema «prevenible» porque es transitorio
C. DEL RÍO
AVILÉS.
Jueves, 27 de abril 2023, 01:06
El suicidio no está asociado a un trastorno mental sino que se trata de una conducta interactiva y dinámica que cualquiera puede sufrir. Por eso la doctora en Psicología de la Universidad de Oviedo, Susana Al-Halabí, subrayó ayer en el Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS la importancia de la prevención que puede pasar por gestos tan sencillos como escuchar y acompañar. «Más allá del abordaje clínico, defiendo la necesidad de crear entre todos pequeñas comunidades de cuidado mutuo donde las personas vulnerables o con dificultades pidan ayuda. Es una de las claves. Mi primer consejo es pedir ayuda. Las crisis de suicidio son pasajeras por muy oscuros que parezcan algunos momentos», destacó.
Los últimos datos conocidos reflejan 4.003 suicidios en 2021 en España, una cifra que va en ascenso desde hace años. Por cada tres hombres se suicida una mujer, lo que se denomina una 'paradoja de género' que «ocurre en casi todos los países salvo en Asia y tiene que ver con los roles de género». De esos cuatro mil suicidios, 22 fueron de menores de quince años, más de trescientas de jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y los 29 años y «mil, una cantidad nada desdeñable de personas de más de 70 años».
Y, en su opinión, el suicidio está infrarregistrado no solo por el estigma social y el deseo de proteger a la familia, sino por otros aspectos, como se animaron a comentar los asistentes a la charla, como el peso de la religión u otros de índole financiero.
Sin embargo, recalcó, la importancia de hablar de esta conducta «que es prevenible» y seguir las indicaciones que en 2014 puso sobre la mesa la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando pidió a los países el desarrollo de políticas que atajaran un problema desde un «enfoque multisectorial integral». Tres sectores deben estar implicados en esa estrategia: medios de comunicación, administraciones públicas y sociedad civil. «Nos ha costado mucho trabajo que este modelo vaya calando. Y en él vemos que no cita ni mentes ni cerebros ni sistemas sociales. La sociedad civil somos todos».
Insistió la profesora en que todo el mundo puede pasar por un bache y le pareció especialmente interesante mostrar la gráfica de un estudio realizado durante un año a personas con conductas suicidas, a las que monotorizaron durante tres veces al día con un aparato similar a un teléfono móvil. «Fíjense cómo cambian (los impulsos suicidas) en función de las cosas que ocurren y también varían otras emociones como la desesperanza, la soledad y la sensación de atrapamiento», citó.
Ahora, que «hemos pasado de entender el suicidio como el síntoma de un problema mental a considerarlo como un problema independiente, vemos que nos informa de las dificultades o el gran dolor o vacío en la vida de una persona» y, en esta red social de ayuda, recomendó estar porque «los que nos dedicamos a esto sabemos que, a veces, una llamada de teléfono puede abortar un intento de suicidio».
Entre los múltiples factores que pueden incidir en el pesar de una persona con una conducta suicida señaló, como «una de las variables que tiene más peso», la de sentirse una carga para los demás. «Esas personas, en ese momento, están en crisis. No pueden pensar con claridad porque sienten dolor», por lo que conviene escuchar, acompañar y aconsejar.