Los cursos de La Granda de Avilés reivindican «un cambio del relato sobre el dióxido de carbono» y asumir su potencial
Francisco Carro, director general de la ingeniería Tresca, destaca su potencial para diferentes campos, desde la alimentación a la energía
La economía del futuro será descarbonizada o no será. La única discusión posible son los ritmos y aspectos, que también, son fundamentales como qué hacer ... con el dióxido de carbono. Los cursos de La Granda abordaron este martes esta pregunta con la jornada organizada por el Colegio Oficial de Minas del Noroeste de España y que patrocinó la ingeniería asturiana Tresca, además de contar con la colaboración de la Fundación Asturiana de la Energía.
El director general de Tresca, Francisco Carro de Lorenzo, reivindicó que «debemos cambiar la narrativa sobre el dióxido de carbono, dejar de verlo como un gas contaminante y entender que es una molécula de carbono y que nos puede servir para una nueva economía». Con el apoyo del hidrógeno da pie a diferentes aplicaciones, desde el sector alimentario a los combustibles sintéticos.
Este cambio de modelo se encuentra en su fase inicial y Carro recordó que las transformaciones de este tipo «llevan décadas. El mayor riesgo es que la sociedad espera un cambio inmediato y, sin embargo, no será tan rápido como se esperaba».
El proceso de cambio energético e industrial avanzará en diferentes frentes, señaló el ponente: el tecnológico, el legal-regulatorio y también el económico. «Las transformaciones serán más rápidas en la medida que haya un catalizador económico que las impulse», aseguró el director general de Tresca.
Francisco Carro recordó que, a lo largo de sus veinticinco años de historia, Tresca ha trabajado intensamente en los campos industrial, en sectores como la energía y la química, por lo que las nuevas demandas les concede un papel destacado en el cambio. Carro aseguró que la empresa participaba en cerca de un centenar de proyectos diferentes relacionados con las nuevas energías.
El director general de Tresca se mostró prudente en los plazos de la descarbonización, toda vez que irán impulsados en función de los cambios legales, tecnológicos y, sobre todo, el catalizador económico que lo impulsará. «Será un proceso de décadas», afirmó.
No obstante, Francisco Carro se mostró confiado en las posibilidades de Asturias ante los nuevos retos. «Su gran ventaja es su gran tradición industrial. La sociedad acepta la presencia de la industria y existe conocimiento industrial. Es la base para que se acepte la economía basada en las nuevas tecnologías energéticas».
En este contexto, las empresas que afrontan la descarbonización cuentan con una doble oportunidad económica. Por una parte, la de afrontar el proceso de descarbonización y, por otra, aprovechar las emisiones de dióxido de carbono que no se puedan eliminar. «Es una oportunidad económica para la industria», aseguró Carro.
«Hay muchos usos»
Por su parte, Carlos García, director de la Fundación Asturiana de la Energía (FAEN), subrayó que la descarbonización «es un cambio muy profundo» y que repercute intensamente en una industria como la asturiana intensiva en su consumo energético. «Las emisiones de dióxido de carbono vinculadas a la energía se pueden reducir con una mayor eficiencia y utilizando fuentes renovables», apuntó. Queda la fracción de emisiones vinculadas a los procesos productivos que no se pueden reducir y donde la alternativa vendrá por «su utilización en diferentes sectores, desde la industria química, las microalgas, en la construcción, en el sector alimentario...»
Y, aunque existen muchos usos, el gran reto es que «sean viables desde el punto de vista económico en comparación con las tecnologías tradicionales», afirmó. Además, García considera que se deben superar otras barreras «como la regulación, pero es difícil que la regulación cambie antes que la tecnología. Lo primero es tener la tecnología, posteriormente que sea viable económicamente y eso, posteriormente, promoverá cambios regulatorios para que se generalice en la sociedad».
Carlos García avanzó que «el dióxido de carbono será un recurso, lo que puede suponer una fortaleza para las industrias asturianas que lo generan. Para ello hay que invertir en innovación y conseguir que la calidad final de los productos no cambie». El director de FAEN recordó que el objetivo es culminar la descarbonización en el año 2050, lo que concede margen a las empresas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión