La venta doméstica mantiene a flote a las pescaderías de Avilés

«Por semana estamos funcionando como siempre, más o menos igual que en años anteriores. Ahora bien, los fines de semana sí que percibimos mejora de ventas», afirma Juan Manuel Ferrero, gerente de Pescados y Mariscos Juanín. A su juicio, esta dinámica se debe, precisamente, a la ausencia de opciones alternativas al propio domicilio. «La gente ahora come más en casa, al no tener a dónde ir; sobre todo, los sábados, que es cuando más caprichos se dan los clientes».

En una línea similar se expresa Antonio Pérez, que presta sus servicios en la empresa Pescados Vicente. «Está funcionando muy bien el fin de semana. El resto de días, apenas hay variaciones. Y, en general, registramos subidas de ventas de entre un 15 y un 20 por ciento», resume.

El escenario descrito está permitiendo a los profesionales del gremio mantener inalterados los precios de la mayoría de sus productos orientados al mercado doméstico, al margen de algunas ofertas puntuales. «Hemos tenido centollos a 2,9 euros el fin de semana, por ejemplo, pero son capturas de fuera de Asturias, y de pequeño tamaño. La mayor parte se mantienen como siempre», explica.

No obstante, sí existe un género que está acusando un descenso de sus precios de venta: el de aquellos pescados tradicionalmente destinados al sector hostelero, como la lubina o el rubiel, que, al tener una menor salida comercial, se acumulan en las lonjas, sin suficientes compradores para cubrir la oferta.

«Es la ley del mercado: lo que hay en cantidad se vende a menor precio», expone Ferrero, a quien, en los últimos días, están acudiendo lonjas de otras partes del país para tratar de dar salida a su pescado y marisco. «Me están llamando distribuidores que ni conocía. De todos modos, tiramos del pescado de aquí».

Las especies afectadas son muy concretas. «El virrey y el besugo, por ejemplo, nos los compran sobre todo los restaurantes, que ahora están cerrados, así que el precio está a la baja. De todos modos, no es algo excesivo». El mismo descenso tenue en los productos destinados a hostelería se acusa en Pescados Valentín, donde Pérez reconoce que «el virrey ha bajado de precio, pero la apreciación es poca».

Para aquellos negocios con una orientación más próxima al sector hostelero, los efectos del cierre de dicha actividad están resultando más acusados. Tal es el caso de Pescaderías Casapesca, regentadas por Samuel Guillén, y cuyo mayor volumen de negocios se halla, precisamente, en los restaurantes de la comarca. «Las ventas han subido a nivel particular, pero no me compensa. Eso sí, la bajada tampoco es una exageración. Muchos pescados de horno, que suele comprarnos la hostelería, ahora se llevan a casa, porque los precios más bajos los hacen asequibles para las familias», concreta.

Sobre ese último punto discrepa Francisco Mallo, propietario de la pescadería La Perla. «La hostelería suele trabajar una serie de pescados que resultan caros para el cliente particular, y que no siempre son fáciles de manipular en casa», señala. Tampoco su realidad cotidiana se asemeja a la de sus compañeros de gremio, pues «nuestra ventas subieron un poco durante el confinamiento, pero ahora se han estancado. Está todo muy parado». Con todo, el sabor general en las pescaderías avilesinas es positivo, de optimismo ante las fiestas navideñas que están por venir. Y ese sentir general lo resume Antonio Pérez al asegurar que, «aunque estamos todos un poco a la expectativa, creo vamos a tener buenos resultados».