
Libertad de expresión científica
Cuando empecé a divulgar lo hice bajo la premisa de que 'la ciencia es un debate'. Muchas veces he defendido el método científico como criterio de verdad, varias de ellas en este espacio. Pero, ¿cómo puede algo medido y objetivo ser discutido?
Por desgracia, nos encontramos en un contexto en el que todas las opiniones parecen tener el mismo peso, independientemente de su fundamento. Un entorno de postverdad en el que muchos confunden, o quieren confundir, el respeto a la libertad de expresión con el respeto a las opiniones emitidas. Los derechos los ostentan las personas, no las opiniones. Y el uso de 'bots' para viralizar opiniones que son contrarias a hechos demostrados, que se aprovechan de la ignorancia colectiva respecto a asuntos complejos, genera una 'opinión pública' que permea en todas las esferas, incluso en aquellas en las que se toman decisiones regulatorias sobre aspectos que nos afectan a todos.
En ámbitos en los que la ciencia tiene tanto que decir como otras disciplinas, como en la salud, el cuidado del medio ambiente o la gestión de recursos, las opiniones no fundamentadas no pueden ni deben tener el mismo peso que las opiniones basadas en datos, en evidencia. La predilección por la ciencia como criterio para la toma de decisiones radica no solo en su capacidad para describir la realidad de la forma más objetiva posible, sino también en su constante revisión. Nos equivocaremos a veces siguiendo o aplicando el criterio científico, sí, sin duda, pero lo corregiremos mucho antes. El sano agnosticismo que implica cuestionar las afirmaciones, interrogar los datos, comprobar las evidencias y cuestionar lo establecido no es lo mismo que el atrevimiento, fruto de la ignorancia, de negar la evidencia y compararla con opiniones sin sustento ni significado verdadero.
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