Rosalía Banet muestra la belleza del cuerpo en su renacer
La galería gijonesa Espacio Líquido acoge una retrospectiva con una selección de trabajos de los diez últimos años de la artista gallega
Es una muestra completa y extensa la que Rosalía Banet inauguró el pasado 9 de agosto en la galería Espacio Líquido, a pesar ... de que en sus paredes cuelgan apenas una docena de obras. Y todas ellas, seleccionadas cuidadosamente, componen una más que digna representación del trabajo que esta creadora gallega ha ido realizando durante los últimos diez años. «Surgió de una manera muy orgánica», cuenta la propia artista. «No esperábamos hacer un repaso de obras, pero es verdad que en los últimos diez años ha habido un cambio en la estética de mi trabajo y ha quedado reflejado en esta exposición».
Hay óleo, hay reminiscencias de sus primeros collages y hay cerámica y fimo, unos materiales con los que se desenvuelve cómodamente y que le sirven para plasmar mensajes simbólicos que remiten siempre al cuerpo, a la reconstrucción, a la sanación. «Siempre he trabajado sobre estos temas y hablado del cuerpo fragmentado, porque creo que cuando hablo de ello hablo del ser humano y también de la sociedad», afirma. «Nos veo como una sociedad rota y traumatizada, demasiado veloz, casi en contra de nuestra identidad, y lo represento a través del cuerpo».
El uso de las técnicas, magistralmente escogido, acompaña conceptualmente el trabajo de la creadora: el óleo, por ejemplo, «es como revelarme ante la velocidad de los tiempos que vivimos». Y es que es una técnica que requiere concentración, convirtiéndose «casi en una especie de meditación», asegura. «Son capas y capas que no puedes hacer deprisa; el óleo te va marcando sus tiempos». Por otro lado, la pintura acrílica produce «trabajos mucho más sueltos, y a mí me interesa mucho porque es un trabajo mucho más visceral, no tengo que planificar. Se trata de dejar salir sin filtros». Lo mismo aplica a su creación escultórica, central –literal y figuradamente– en esta exposición. «Las esculturas que están hechas de barro se podrían equiparar al trabajo que hago con el acrílico, mientras que las que están hechas de resina, de fimo, tienen más detalle, requieren también mucho más tiempo, más concentración y buscar algo diferente». El acrílico se parece al barro porque «me permite ese trabajo mucho más libre que a mí actualmente me interesa mucho más».
Nada le queda grande a nivel técnico, porque confiesa ser una persona «inquieta» que disfruta probando diferentes disciplinas. «De repente hago pintura y más tarde hago escultura, instalación o vídeo». Y el resultado son muestras como ésta, en la que todo lo expuesto sigue un hilo conceptual pero donde nada es igual que lo anterior.
La exposición se ha bautizado 'Cuerpos mutantes' y enseguida se puede entender el porqué. Preside la sala una composición escultórica que, más que un bodegón, casi remite a un jardín donde florecen las piezas, entremezcladas sin un aparente orden lógico, pero con un gran sentido al entenderlas como fragmentos de una investigación constante sobre lo orgánico y lo corporal, sobre las heridas que se ven y las que no, sobre nuevas maneras de mirar hacia dentro y recomponer lo que se ha roto.
En una de las paredes, con un formato mayor, encontramos plasmada una de las historias que más inspiraron a la artista en su proceso de creación más reciente. Se trata del ensayo 'El cuerpo lleva la cuenta', de Bessel van der Kolk, sobre la forma en la que el cuerpo recuerda el trauma y debe ser involucrado en los procesos de sanación emocional. «Es el lugar desde el que percibimos todo», argumenta la artista. «Y hoy en día, en una época digital en la que vivimos realidades no tan materiales, parece que se nos olvida que sin el cuerpo no podríamos acceder a la evolución».
Trascendente y amplia, Rosalía Banet hace uso de toda su capacidad creativa para proponer un renacer más bello, más consciente y más conectado con la naturaleza. «Me siento muy feliz en el estudio, pero la obra no se completa hasta que entra en contacto con otras personas», concluye. Y esa conexión con el público gijonés se podrá seguir encontrando hasta el próximo 15 de octubre.
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