Federico Granell vuelve la vista hacia su norte
El artista asturiano abre este miércoles, en Llamazares, 'Los paisajes que me habitan', una exposición que capta sitios «con una energía especial para mí»
Entrar en la exposición 'Los paisajes que me habitan' es como darse de bruces con un retrato certero y emocional de Asturias. Esta muestra ... de Federico Granell (Cangas del Narcea, 1974) abre este miércoles sus puertas en la Galería Llamazares, y saca a la luz -entre nubes, orbayu y brumas- algunos de los rincones mágicos que atesora nuestra región. «Me apetecía pintar paisajes y, después de dos años de pandemia, en los que solo he ido a Italia y a Portugal, me pareció que Asturias era un buen filón para experimentar con una temática distinta», cuenta el propio pintor, mientras ultima los detalles de la exposición. «Quería evitar que fueran obras de rincones turísticos, así que necesitaba sitios que tuvieran una energía muy especial para mí», asegura.
Los encontró, por ejemplo, en el playón de Bayas, en Andrín, en Peñarronda, en Verdiciu, en Somiedo y en el lago Ercina. «Llevo varios años haciendo excursiones por el Principado y localizando sitios que me interesan. Por eso, al pintar, intenté que los cuadros tuvieran la atmósfera asturiana, la densidad de los días de aquí», señala. Para conseguir esa esencia, Granell huyó del sol y esperó a los días más nuestros, los que le permitieran lanzarse a los grises lluviosos y a las sombras que calan en los huesos. «Estas pinturas tienen todas el aire del norte», dice, y basta con echarles un vistazo para sentirlo en la piel.
Y, pese a que la naturaleza es la protagonista de las piezas, en la mayoría de ellas, se cuelan algunos tímidos personajes. «Los utilizo para que se vea la escala del espacio, pero siempre demostrando que el paisaje es lo importante y que nosotros solo estamos de paso», reflexiona. «Nos creemos el centro del universo, pero la naturaleza nos va a superar», prosigue. Por eso, su plan inicial era pintar grupos de gente, pero los fue eliminando hasta dejar hombres solitarios y pensativos, caminando por el lienzo. «Fui eliminando a muchos personajes, por eso, las primeras obras que pinté son las que más personas tienen, luego fueron desapareciendo».
la exposición
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Federico Granell. El pintor asturiano, de Cangas del Narcea, expone en la Galería Llamazares, en Gijón.
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Fechas. La muestra abre el miércoles, 27 de abril, sus puertas y permanecerá abierta hasta el 4 de junio.
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Obras. Los paisajes asturianos son los protagonistas de esta exposición.
Aparte de esos transeúntes, en esta exposición también se pueden ver algunos de sus cuadernos, en los que empezó a esbozar las obras, a imaginarlas a través de sus manos. «Esas piezas están hechas al natural y me gusta que sean lo primero que vea el visitante al llegar a la exposición», cuenta. «Ahí se ve que todo viene de pequeñas ideas, que luego van creciendo y evolucionando».
Porque, según pasa el tiempo, los trazos se van repensando y van cambiando de imagen. «El cuaderno tiene un encanto especial porque, después, vas viendo cómo se transforma al tener otro tamaño», señala el artista. «El boceto es muy fresco y muy rápido, pero mi idea es que los espectadores se paren a mirar el cuadro, se metan dentro y se trasladen a ese lugar y a ese momento. Quiero que entren en la escena». Es fácil hacerlo porque los rincones son la mayoría muy conocidos para los asturianos y porque Granell los retrata con la precisión de quien revisa una y otra vez sus obras, hasta la obsesión. «Cuando pinto, las tengo todas delante y voy pensando en lo que quiero cambiar. Las miro y vuelvo a ellas», apunta. Tantas veces que, aún hoy, con las piezas ya colgadas en las paredes de la sala, ve detalles que se podrían mejorar, matices que solo saltan a su vista. «Al final, son como bebés y quieres hacerlas lo mejor posible», se ríe.
Este miércoles, en la inauguración, a las 20 horas, una canción acompañará a los visitantes, durante su paseo entre los paisajes. Una melodía que los ayudará a sentir el sonido de las pisadas en la nieve y las sensaciones que se despiertan en una tarde de playa, en la que la niebla difumina y confunde la arena y la mar.
«Son paisajes hechos bajo mi punto de vista», los define Granell. Y Natalia Alonso Arduengo, comisaria y crítica de arte, ve en ellos cómo se funden «lo terrenal y lo espiritual». Para ella, «lo finito y lo infinito convergen», según escribe en el catálogo de la muestra. Y esas dualidades dan lugar a una geografía asturiana de sensaciones y de sentimientos que llevan a habitar los lienzos, a hacer de los trazos, hogar.
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