«Aspiramos a la felicidad y a lo que deberíamos aspirar es al equilibrio»
«Siguen haciendo falta hombres en el movimiento feminista y, en general, en el movimiento social por la igualdad»
Juan Ramón Lucas (Madrid, 1958), que este año recibió el título de hijo adoptivo del Principado, desprende Asturias por los cuatro costados. Esta semana, el ... periodista premio EL COMERCIO a la proyección de la región, presentó su última novela, 'Melina', en Mieres.
-¿Cuánto tiene esta Melina de su madre?
-'Melina' es una aventura personal de una mujer, pero a la vez son muchas. Se basa sobre todo en el arranque en la infancia de mi madre, pero es un relato de ficción, en el que aparecen otras personas de mi familia marcando ese carácter de independencia de mujer rural, que no ha tenido acceso a una cultura, a una formación, pero que es capaz de observar, de analizar y de extraer conclusiones de lo que ve. El cimiento fundamental son unas notas que tomó mi madre sobre su infancia en Mieres y que mecanografió mi padre.
ESCRITOR«Para mí es terapéutico contar historias, emocionar» ASTURIAS«Tenemos que quitarnos complejos, atrevernos a ir más allá de Pajares y decir: estamos aquí y tenemos esto»
-Siendo así y tratando la Revolución del 34 no podía presentarla en otro sitio.
-No podía. La revolución, la guerra y la posguerra son el marco duro, oscuro y áspero en que se produce esta historia que relata la novela, que es la de una chica que nace en una familia donde no se la espera; sobre todo, su padre, que se irrita profundamente porque no viene un hijo y con quien tiene una relación complicada. De esa relación surgen también las muchas preguntas que se hace sobre lo injusto de esa atmósfera cotidiana de hombres que organizan la vida a las mujeres, aunque esa vida que pretenden organizar sea igualitaria y socialista, pero que sigue envuelta en un machismo incoherente con esa visión del mundo. Melina va construyendo una personalidad independiente y cuando tiene capacidad para controlar su propia vida inicia un viaje -también metafórico- a América como hicieron muchos emigrantes asturianos. Toda esa reivindicación de la independencia, toda esa búsqueda de un espacio propio es lo que marca la novela y la hace universal, porque es la lucha de muchas mujeres que están impulsando este tipo de reivindicaciones, a veces sin saberlo.
-Es una novela feminista escrita por un hombre. ¿Faltan voces masculinas que eleven la voz contra el machismo?
-A lo mejor me ha salido una novela feminista, pero la vocación no es esa. 'Melina' quiere ser un relato. Una mujer que quiere ser ella misma y a la que le ocurren muchas cosas. Es también un thriller. Es un libro feminista en la medida de que reivindica el papel de las mujeres, no de una manera consciente, sino porque en la historia está presente todo el rato. Quizá porque yo admiro mucho esa lucha de las mujeres en atmósferas difíciles, manteniendo su voluntad pese a todo. Y sí, siguen haciendo falta hombres en el movimiento feminista y, en general, en el movimiento social por la igualdad. Todavía hay mucha gente en posiciones que supuestamente defienden la igualdad a quienes les cuesta llevarla a la práctica. Melina lo que ve es que su padre y su entorno son gente de izquierdas, progresista, que quiere la revolución, pero en su casa no quiere cambiar nada.
-Habla de un machismo transversal. ¿Por qué nos cuesta tanto reconocer que tenemos comportamientos machistas si es el único camino para erradicarlos?
-Es muy difícil aceptarse uno mismo. Uno de los ejercicios que hace Melina en su vida es tratar de entender por qué las cosas son como son. Si hay cosas que no cambian, si hay diferencia entre lo que decimos y lo que hacemos, es porque todavía no estamos del todo convencidos de que lo que decimos es lo correcto. Todos aspiramos a conseguir la felicidad y a lo que tenemos que aspirar es al equilibrio. Yo quiero una sociedad equilibrada, justa. Una personalidad equilibrada, que piense una cosa y haga la misma. Y eso no es fácil porque hay que empezar por autoaceptarse uno mismo. En la cuestión de la igualdad, hay elementos culturales que no ayudan. Lo terrible es que ves a chicos jóvenes a los que no les ha cambiado la mentalidad. Algo estamos haciendo mal los que educamos.
-¿El qué?
-Me lo pregunto mucho. A lo mejor es que no somos capaces de quitarnos los modelos, los tópicos, lo que vende. Eso lleva a otro tema que se trata en la novela: la educación. Melina se pregunta por qué separan a hombres y mujeres, por qué ellos tienen mejor educación, por qué mi padre revolucionario y sindicalista y mi hermano no ponen ni quitan la mesa. Ella emprende un viaje y lo primero que hace es ser coherente con su idea de la educación y enseñar a leer a un crío.
-Eso de meterse en un barco a América también es muy conocido por estos lares.
-Sí, eso quería contarlo también, las historias de las mujeres que se atrevieron. Estas mujeres que en los años 30 y 40 eran crías, que sufrieron la desigualdad en casa, la represión de los derrotados, del régimen, y cuando empiezan a respirar igualdad son demasiado mayores para disfrutarla. Pensé en ellas al escribir.
-Es su tercera novela. La primera se publicó en 2018. Va a buen ritmo. ¿Tendremos la cuarta pronto?
-No lo sé. La que más me costó fue la primera. La segunda la tenía clara. No sé si habrá más... pero espero que sí, porque me gusta mucho escribir. Decía cuando presenté la primera que escribir ficción me liberaba del peso de relatar la realidad todos los días. Ahora ya no estoy en ese relato diario, pero sigue siendo para mí terapéutico contar historias, compartir mi mundo, emocionar.
-Vuelve a Telemadrid después de dos décadas para descubrir 'Cómo funciona'. ¿Ya lo ha hecho?
-Ha quedado fantástico. Es un formato comprometido de 50 minutos cada episodio. Por ejemplo, contamos cómo llega el agua al grifo: vamos a los pantanos, me meto en las alcantarillas... hago una especie de periodismo cercano que me divierte mucho.
-¿Y cómo funciona Asturias?
-Asturias tiene algo pendiente. Me permito hacer este análisis porque ya lo hice el día que me hizo el honor de hacerme hijo adoptivo. Tenemos que quitarnos complejos. Asturias es una tierra apreciada, que vive su orgullo sin excluir, pero no nos creemos que tenemos capacidad para lo que la tenemos. Tenemos que atrevernos a ir más allá de Pajares y decir: «Estamos aquí y tenemos esto: paisaje, turismo, tecnología, industria, gente de una enorme solvencia en todos los sentidos». Deberíamos aprender a vendernos mejor.
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