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Kurt Kobain ABC
Kurt Kobain, 25 años huérfanos del grunge

Kurt Kobain, 25 años huérfanos del grunge

Se cumplen 25 años de la muerte del líder de Nirvana

CONSUELO CUESTA

Viernes, 5 de abril 2019, 10:13

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El cinco de abril de 1994, Kurt Kobain, el líder de Nirvana se suicidaba de un disparo. Se cumplen 25 años de su muerte. Se encerraba en una habitación encima su garaje de Seattle. Antes del suicidio, escribía una carta de despedida. Después se inyectaba una dosis de heroína. Tras colocar unas toallas en el suelo, sacar la cartera y dejar a la vista su licencia de conducir, esperaba con la escopeta calibre 20 sobre su pecho. Un disparo limpio le esperaba.

En su nota de despedida se podía leer la siguiente frase: «es mejor quemarse que desvanecerse». Era un texto escrito en tinta roja dedicado a su amigo imaginario de la infancia «Boddha».

Su muerte, a los 27 años, igual que otros artistas como Amy Winehouse, Jimi Hendrix, Janis Joplin o Jim Morrison,le convirtió en un mito en la historia de la música.

Los seguidores no tienen ningún lugar de peregrinación para honrar a su admirado Kurt. Las cenizas fueron esparcidas en un lugar desconocido. Solamente lo sabe su familia.

La hija de Kurt tenía diecinueve meses cuando su padre se suicidó y, de algún modo, su imagen pública quedó ligada para siempre a aquel suceso que marcó a una generación. Frances Bean se perpetuó en la memoria de los fans como una niña pequeña, de manera que verla con su apariencia actual de mujer adulta tiene algo de 'shock', de bofetada emocional, de forzosa toma de conciencia del tiempo transcurrido.

Vídeo.

El reinado de Nirvana en la música mundial había durado poco más de dos años y medio, desde que su segundo álbum, aquel 'Nevermind' de septiembre de 1991, hizo añicos las categorías en las que estaba compartimentado el negocio, elevó el grunge a moda del momento y se convirtió en el emblema de la llamada Generación X.

A lo largo de ese breve y accidentado periodo de gloria, Kurt Cobain tuvo que cargar con el peso de su propio mito, que, como todos, tenía una parte de verdad y otra de tópico: según ese perfil esquemático, el líder de Nirvana era un músico hipersensible e introvertido que triunfaba contra su voluntad, angustiado por la imposibilidad de controlar los tentáculos del monstruo que había creado. Las depresiones, las drogas y su matrimonio con la inestable y conflictiva Courtney Love completaban el retrato apresurado de un hombre que, a menudo, parecía zarandeado por la vida.

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