Toquinho se cuenta y se canta en el Niemeyer
El guitarrista y cantautor brasileño propició un viaje feliz y mágico por sus seis décadas sobre los escenarios junto a Camilla Faustino con la bossa nova y la samba como protagonistas
M. F. Antuña
Viernes, 18 de julio 2025, 22:19
Bossa nova y samba para entender la vida, para cantarla, para vivirla, para bailarla, para saborearla con el gusto exquisito de Toquinho, un icono de ... la música brasileña que el año próximo soplará 80 velas y que este 2025 recorre España celebrando que son ya seis las décadas que lleva sobre el escenario.
El músico paulista recaló en un Niemeyer con ganas de verle a él y a Camilla Faustino, una compatriota suya de 34 años y potentísima voz con una emergente carrera propia, que le arropa en un viaje musical rebosante de clásicos propios y ajenos que conducen a otros grandes como Chico Buarque o Violeta Parra. Desde 'Corcovado' a la 'Garota de Ipanema', ese tema que se ha convertido en el himno oficioso de Brasil y que con su guitarra transportó al público a las arenas doradas de Río de Janeiro, sonaron en el inicio de su concierto. «Un placer estar con ustedes en este teatro que tiene la mano brasileña de Oscar Niemeyer», dijo nada más comenzar, «feliz de hacer algo que me encanta, tocar la guitarra. Son sesenta años, imaginen cuántos conciertos... 500 canciones», recapituló.
La nublada tarde de julio sirvió para escuchar 'Samba de Fuimicino', 'Samba para Vinicius' y 'Tarde em Itapua'. Y sirvió también para viajar con Toquinho por su mundo y su música, para escucharle contarse y contar entre anécdotas y mucho humor a quienes le acompañaron durante una trayectoria que suma seis décadas acurrucando sus composiciones en los oídos ajenos en solitario y a través de grupos tan conocidos como La Fusa, junto a Vinicius de Moraes, con el que compuso más de 120 canciones que son historia de la música con mayúsculas.
Cuentan que el apodo que sustituyó al nombre real, Antônio Pecci, se lo puso su madre, un apelativo cariñoso para quien era su 'pequeño' y que habría de convertirse en un grande de la música brasileña, un músico de enjundia capaz de compartir escenario y peripecia con compatriotas tan relevantes como Antonio Carlos Jobim, Chico Buarque o Elis Reina. Su discografía, que abrió en 1966 con 'O Violão de Toquinho', ronda el centenar de álbumes, un buen número de ellos en italiano, una lengua que arrulla con similar encanto que el brasilero.
Es también muy querido en España el hombre que ayer hizo sonar el celebérrimo 'Você abusou' en la voz de Camilla, que se incorporó en ese momento al escenario, 'Chega de Saudade', 'Amar' 'O que será', que deleitaron al público que casi llenó el auditorio y que vibró con canciones tan patrimonio universal como el 'Gracias a la vida'. No podía faltar y no faltó 'Acuarela' en español y en portugués, un himno universal que le canta a esos mares color azul con que puso fin al concierto.
Para los bises, dejó 'Tristeza' y 'Tonga da mironda do Kabulete'. Una canción feliz para el aplauso final. Felicidad instalada en el alma y el ritmo metido en el cuerpo. Seis décadas de música en algo menos de hora y media. Una delicia. Una delicatessen con sabor a Brasil.
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