-Vuelve al Jovellanos con 'El funeral', una comedia que es también una historia de fantasmas.
-Es una función sobrenatural y muy divertida. Se dice que en los funerales la gente se ríe mucho y a mí me ha pasado más de una vez. Aparte, siempre me gustaron historias como 'El Malvado Caravel' de Fernández Flórez o 'El fantasma y la señora Muir'. Eso se lo he transmitido a mi hijo Manuel. Cuando era pequeño me preguntaba: 'Mamá ¿qué te gustaría ser de mayor' y yo le respondía: abuela fantasma. Ahora, cuando sé que la muerte puede llegar en cualquier momento, Manuel ha escrito esta obra para que vuelva a la escena aquello de lo que siempre me he reído.
-En ella, el teatro se transforma en un velatorio donde el público acude a despedir a una famosa actriz...
-Mi personaje, Lucrecia Conti, tampoco ha sido una actriz tan importante. Ha ganado dinero pero por otros medios. Cuando me preguntan por los paralelismos: «¿Eres tú? ¿Lina Morgan?», digo, que Manolita Chen, que era maravillosa, por otra parte. En la obra se juega con la idea de quién no ha tenido ganas de ver cómo sería su funeral y lo que dirían de ti.
-¿A usted, que sí es una actriz importante, le gustaría saberlo?
-A mí ya no me importa lo más mínimo. Voy a hacer 80 años, tengo el Goya de Honor, ahora me van a dar el Max. Soy una persona querida, el público me lo demuestra cada día ¿para qué voy a querer más? Lo único a lo que aspiro es a seguir llenando teatros con 'El funeral', continuar en 'Las chicas del cable' y 'Cine de barrio'. A seguir trabajando, dejar un buen recuerdo a los míos y morirme en paz sin dar la lata a nadie.
-Al estrenar esta obra anunció que sería su despedida de los escenarios. Luego tranquilizó a su público.
-Lo dije en un momento de bajón. El estreno fue en Valladolid y me dieron la medalla de oro de mi ciudad, con tres alcaldes de distinta ideología. Luego Manuela Carmena me dio la de Madrid y fue maravilloso: se lo dije: «No, yo de retirarme nada» (Risas). Ahora preparo 'La metamorfosis de Ovidio' para estrenar en Mérida con Edu Soto y dirección de Javier Navarro. Hoy mismo tengo ensayo.
-Y mientras tanto, en Gijón la va a pillar la jornada de reflexión trabajando.
-Claro, y para el público ¡qué mejor reflexión que ir a ver 'El Funeral', donde no hablamos ni de política ni de palabrotas! La función les va aclarar las ideas para que emitan un voto justo (risas). Yo ya he votado por correo, no he dejado de hacerlo nunca. Creo en la democracia. Hace cuarenta años se reunieron señores que no se podían ver ni en pintura para hacer una Constitución y ahora son incapaces de reunirse para nada. Eso me molesta enormemente.
-¿En la política actual hay demasiada sobreactuación?
-Siempre ha sido así, los políticos hacen su teatro, pero decía Platón que el pueblo que no sabe elegir a sus gobernantes está condenado a ser mal gobernado. Creo que los políticos son necesarios y algunos muy decentes.
-¿Qué les pediría para el teatro?
-Sobre todo que vayan un poquito más. A veces van solo a ver lo que les interesa para promocionarse. Y recordarles que el teatro y la cultura nos hacen más felices a los ciudadanos.
-¿A usted, además del escenario, qué la hace feliz?
-La felicidad sigue siendo salir a escena, estar con mis compañeros maravillosamente y volverme a mi casa para estar con mi gente, ver mis películas, leer mis libros y ver crecer a mi nieto. Por eso digo que me gustaría ser fantasma en la otra vida, pero no creo que eso sea posible.
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