Adiós a la mejor atleta española
Carmen Valero, doble campeona del mundo de cross en los 70 y pionera en los Juegos Olímpicos, muere a los 68 años tras un derrame cerebral
IGOR BARCIA
Miércoles, 3 de enero 2024, 00:41
Fue hace 47 años cuando su nombre quedó para siempre en la historia del atletismo. En el hipódromo de Chepstow (Gales), Carmen Valero hacía algo que hoy en día resulta casi inimaginable. Una atleta española ganaba el Mundial de cross. Corría 1976, y la turolense de nacimiento y catalana de adopción se imponía a Tatyana Kazankina para lograr el título. Tenía solo 21 años, un talento excepcional, y capacidad para volver a ser campeona al año siguiente, donde se impuso en Düsseldorf por delante de Lyudmila Bragina (URSS).
Dos victorias que la hicieron única, puesto que nadie más en España ha logrado subir a lo más alto del podio en un campeonato del mundo de campo a través. Pero para ella, todo se resumía en algo muy sencillo: «A mí lo que me gustaba era correr». Así, de este modo, llegaron esos dos campeonatos mundiales, 25 títulos nacionales y 15 récords de España, una presencia en los Juegos Olímpicos de Montreal-76, la primera para una atleta española. Todo ello sirvió para que en 2017 fuera proclamada como la mejor atleta española de todos los tiempos.
Carmen Valero, que disfrutaba de su prejubilación en un banco y de homenajes varios, falleció ayer como consecuencia de un derrame cerebral sufrido la pasada semana, y por el que estaba ingresada en cuidados intensivos, tal y como informó la Federación Española de Atletismo (RFEA), que destacó en sus redes sociales que fue «la primera atleta olímpica española, la mujer que abrió camino y la madre de nuestro atletismo».
«Yo solía decir que ganaba porque entrenaba más que nadie, pero tenía una lógica. Mientras a otras chicas les costaba, a mí era lo que me motivaba, lo que yo quería, por eso no tenía problemas para hacer los entrenamientos, era lo que me gustaba», recordó hace unos años durante un reconocimiento que le tributó el Club Atletismo Valle de Mena. Allí, aquella niña que disfrutaba corriendo por los montes de Cerdanyola y a quien su padre le tuvo que poner un cascabel para saber por dónde andaba, echó la vista atrás para recordar aquellos tiempos donde fue feliz haciendo lo que más le gustaba.
Así había sucedido desde su infancia, ya que en Cerdanyola solía acudir al colegio corriendo. «Había unos cuatro kilómetros o algo más, pero mientras mis hermanas iban andando, yo lo hacía corriendo, y luego desandaba el camino para ver dónde estaban, y volvía...». Su salto al atletismo llegó pronto, con 12 años, y lo hizo de forma «irregular». Después, Carmen conoció a su «segundo padre», Josep Molins, el que sería su entrenador prácticamente toda su vida y con quien empezó en el atletismo en 1969.
Con 16 años corrió en el Mundial de 1972, entonces Cross de las Naciones, mientras que un año después llegó su primer Campeonato de España, en Gijón. En 1975 logró su primer gran éxito, tercera en el Mundial de Rabat, y después llegarían aquellos dos grandes títulos planetarios. Fue la primera atleta española olímpica, en los Juegos de Montreal de 1976, en los que compitió en las pruebas de 800 y 1.500 metros. Además, en su palmarés figuran 15 Campeonatos de España de pista en distancias como los 3.000 y 5.000 metros y esos dos campeonatos del mundo de campo a través en Chepstow 1976 y Düsseldorf 1977, siendo 25 veces internacional y plusmarquista nacional de los 800, 1500 y 3.000 metros en aquellos años. Llegaron las lesiones y en 1987 se retiró. Pero siguió disfrutando de su pasión por correr y por el deporte.