Simon Biles también es humana

Justo en el minuto uno, cuando todo el mundo se preparaba para que empezara su recital en el platillo volante del Pabellón Ariake, la joven hizo el peor salto al potro de su carrera olímpica. Cariacontecida, se abrazó a uno de los entrenadores y salió de la pista, dirigiéndose al botiquín. Al cabo de varios minutos reapareció con la pierna derecha vendada y, después de abrazarse con algunas de sus compañeras, se puso el chándal. En lugar de subirse a las barras asimétricas, lo hizo Jordan Chiles, que figuraba como reserva en dicho aparato.

Simon Biles se quedaba fuera de la final nada más comenzar. De inmediato, la Federación de Estados Unidos publicaba un comunicado anunciando que se retiraba por un «problema médico» y que su estado sería «vigilado cada día» para las otras finales. Pero las explicaciones no convencían y desataban las especulaciones.

En la retransmisión en directo de la cadena americana NBC, sus presentadores decían que su sorprendente retirada no se debía a un problema físico, sino anímico, de ansiedad. Pero, curiosamente, Biles seguía en la pista, animando a sus compañeras e incluso sonriendo y bailando al son de la música. Parecía liberada, como si se hubiera quitado un peso de encima. Ni más ni menos que el peso del mundo sobre sus espaldas, que el domingo había reconocido sentir en Instagram tras los fallos que cometió en la fase de clasificación para las finales.

Sin ella en el equipo, EE UU perdía su ventaja sobre sus potentes rivales rusas, que tomaron la delantera desde la primera rotación. Después de morder la plata en Londres 2012 y Río 2016, siempre por detrás de Estados Unidos, Rusia acababa finalmente con la hegemonía americana gracias a la retirada de Simone Biles. Adelantándose por muy poquito a Italia, el bronce se lo llevaba el Reino Unido.

Tras la entrega de las medallas, Biles aclaró el misterio sobre su 'problema médico'. «Siento que no estoy disfrutando y quería que estos Juegos Olímpicos fueran para mí, no para otras personas. A mi corazón le duele que me han arrebatado lo que más me gusta», confesó.

Desveló la causa de su retirada, que no era física. «Lo he hecho para centrarme en mi bienestar porque en la vida hay más cosas que la gimnasia». Aunque se expresó con calma, no llegó a aclarar si competirá en las cinco finales que le quedan. «Ya veremos qué pasa el jueves. Vamos a pensarlo día a día. Mañana (por hoy) tenemos una pausa y será bueno tener un día de descanso mental. Y, sobre la herida, no. Solo mi orgullo está un poco herido», se sinceraba poniendo como ejemplo a la tenista japonesa Naomi Osaka, quien también se ha quejado de la enorme presión psicológica que sufre.

Esta crisis de Biles, que saltó a la fama en 2013 al ganar dos medallas de oro en el Campeonato del Mundo con solo 16 años, pone a prueba su fortaleza psicológica. En los próximos días se verá si compite en las cinco finales que le quedan en su cita con los Juegos de Tokio. Porque un campeón no es el que nunca se cae, sino el que se levanta después de cada caída.