Restaurante El Camionero
Nació en un barrio industrial que se va haciendo natural, cambió de generación sin cambiar de ruta, y ahora ofrece clásicos con alma
Ya no es el chigre de pintas, culinos y menús diarios de José Manuel y Julia, sus fundadores hace casi medio siglo, recreo obrero para las fábricas y talleres que vitalizaban Moreda, El Natahoyo, La Calzada y Jove, antesala de las im periales Uninsa y Ensidesa. Ahora prefiere ejercer de restaurante popular aunque reposado; básicamente las mismas especialidades con entorno de casa de comidas, incluso de trattoría o bistró, pero muy a la asturiana.
El Camionero
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Dirección: Carretera de Avilés, 20 - Gijón
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Teléfono: 984 061 694
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Propietario, cocina y sala: José Ramón Fernández
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Horario: Sábados y domingos, cerrado
Recién llegados de Grao, el matrimonio antes citado homenajeó en el rótulo la profesión previa de José Manuel, distribuidor de leche con su camión por las aldeas mosconas. Y el nombre atrajo. Abundan los cazarestaurantes que ven en los aparcamientos llenos de camiones seguros cumplidores de los tres requisitos popularmente buscados a la hora de restaurarse: gusto, gula y gasto; o sea, el siempre deseado bueno, bonito y barato. Una creencia discutible, que los camioneros en viaje han de comer rápido, flojo y sin gota de alcohol.
Aquí tales requisitos se grabaron a fuego y pota, de los padres al heredero, José Ramón, que viene adaptándose al cambio de época que vivimos tras las pandemias (menos horario y plantilla) siempre dentro del marco fundacional.
Bacalao con pisto
Ingredientes 4 comensales.
4 buenos lomos de bacalao desalado. 2 dientes de ajo. 1 cebolla. 1 1 o 2 tomates maduros. 1 ramín de perejil. 1 vasín de vino blanco de Cangas. Harina. Sal. Aceite de oliva.
1. Desalado el bacalao, y mantenido en agua fría y lugar fresco hasta su escurrido, secado y uso, echamos en una sarten ancha el aceite de oliva.
2. Añadimos ajo picadín y, antes de que dore, bajamos el fuego; que no queme.
3. Agregamos la cebolla picada en juliana;que todo poche mientras revolvemos. 4. Previamente, sofreímos muy lentamente el tomate sin piel ni semillas, con una pizca de sal (y otra de azúcar) y lo añadimos triturado a la cebolla.
5. Completamos el pisto con un picado de perejil y dejamos que siga pochando hasta que adquiera consistencia tierna.
6. Pasamos los lomos de bacalao por harina y los freimos en sartén con abundante aceite caliente;primero la parte de la piel donde está la gelatina, luego damos la vuelta.
7. Cuando doren por ambos lados, los sacamos y escurrimos.
8. A punto el pochado y a punto el bacalao, en una cazuela ancha y baja colocamos primero los lomos y encima el pisto.
9. Regamos con un vaso de vino blanco (preferentemente de Cangas) y que guise lentamente unos veinte minutos.
10. Ponemos los lomos en cazuelina de barro, cubrimos con el pisto, y servimos de inmediato.
José Ramón, pues, trabaja solo: él guisa y él sirve. Cierra además sábados y domingos, una tendencia que crece: el poco margen y la falta de personal van cambiando nuestro antiguo panorama de noches populosas y movidas. Por laborables prepara desde bien temprano unos cuantos clásicos y un par de menos frecuentes, mientras muchos clientes le llaman el día anterior para asegurar sus guisos cabezaleros, sirvan de ejemplo les fabes con compangu de procedencia familiar (igual que el pote), o el bacalao, el arroz con bugre, el adobo, los callos, la carne guisada, el chuletón astur o les manines de gochu.
Subrayemos elaboraciones siempre al momento, uso exclusivo de aceite de oliva (ese ahora nuevo lujo en el país máximo productor), y los cachopos cuidados, con destaque para el de la casa, gratísima combinación de xatu, chosco tinetense y afuega'l pitu.
Las raciones llegan generosas. ¿Cómo (advervial y de comer) son tan amplias? –pregunto al discreto José Ramón–. «Si pongo menos mis padres me matarían», contesta sonriente.