Sidrería El Nuevo Parque
Valentín vino de Rumania con saberes -hombre variado- en cerveza, gestión e informática. Hoy escancia sidra y afuega chipirones como gijonés de cepa
Nació en Buzau, al suroeste de Bucarest, hace treinta y pocos años. Mientras estudiaba empresa e informática, se hizo representante de Ursus, cerveza de fama y exportación. Pero una amiga le convenció para venir a España justo antes que el ladrillo cayera y lo arrastrara casi todo. Instalado en Talavera, trabajó duro (típicas medias jornadas de doce horas) alternando un matadero y una cerrajería, qué variedad. En sus primeras vacaciones, a los tres años de la llegada, eligió Asturias. Le gustó y buscó trabajo en hostelería, dónde si no. «No sé echar sidra, pero sí cerveza, algo raro en Gijón por lo que he visto». El gerente del reabierto Lavaderu le retó: «¿En cinco días sabrás?» Alcanzó un aprobado récord. Luego demostró valías y mereció ascensos. «Ahora bien -pensó- desvelos a tiempo completo mejor con lo propio». Y tomó, tras jubilarse sus dueños, esta sidrería casi cuarentona.
SIDRERÍA EL NUEVO PARQUE
-
Dirección: Calle Baleares, 45 - Gijón
-
Teléfono: 984 19 03
-
Propietario y sala: Valentín Bucur
-
Chéf: Javier Barredo Amandi
-
Menú laborales: 11 euros
-
Menú sábados: 17 euros
-
Menú domingo: 22 euros
-
Sidras: Menéndez, Quintana y Baldornón
Con Alberto de chef, antes en La Gayola, ofrece chipirones afogáos, cazuelas de merluza, un demandado bacalao a la portuguesa, pescados en salsa y plancha, bonito mientras dure y menús del día variados y abundosos. O chuletones en punto de curación.
Joven, despierto, de ideas claras, gran conversador, sólo su su familia adelanta en afectos al chigre que le enorgullece y desvive.
En el entorno
Parque Severo Ochoa. Antes práu de juegos y tendales antes que, en los cincuenta, Urgisa (Urbanizadora Gijonesa) levantara una manzana de viviendas. La ahora ciudad fue barrio de casuchas, ganados, y de una 'Fonda de la Peregrina', tal vez así llamada por el paso jacobeo en estas entradas de la villa. Dos allí alojados, apunta EL COMERCIO en 1890, un italiano y un leonés, pelearon a causa de la supuesta infidelidad de la mujer del segundo. Ambos sacaron navajas, se hirieron y terminaron detenidos.